“Hay que defender la alegría como un derecho,
defenderla de dios y del invierno, de las mayúsculas y de la muerte…” Benedetti
Quiero al terminar este año dirigir unas palabras sobre una hermosa relación: la alegría de cuidar.
La relación entre la
necesidad de la alegría y el cuidado, es pensada aquí CON varios referentes,
comenzando CON Paulo Freire, porque toda
su elaboración muestra un compromiso con la vida. Su pensamiento , así sea en
el contexto de la práctica educativa, nos muestra que la alegría es provocadora porque desordena estructuras, es
intensa porque sabe de fragilidad, es indiscreta porque se mete en todos tus
rincones, es cuestionadora, porque corre límites y, al ver la alegría en otros,
nos hace mirarnos.
Freire señala que existe una relación entre
la alegría necesaria y la esperanza, toda vez que forman parte de la naturaleza
humana- compartiendo esta naturaleza –se piensa aquí- con el cuidado. Precisamente
porque el ser humano es un ser inacabado, perfectible, en constante
construcción como individuo y como historia con los otros y con el mundo, historia como
posibilidad. El mundo estará siendo en la medida en que luchamos por la alegría
y la esperanza.
Pero
tengamos en cuenta que, la alegría en el cuidado nos deja expuestos, porque es energía
que sale por los poros. Es un acto de prueba de voluntades ¿”Qué mayor acto de resistencia que ser
amable, reírse y traer al hoy, el mundo que soñamos para el mañana”?
(Whitman)
La
alegría también es muy contagiosa. Y cosa curiosa, se muestra en las acciones
sencillas del cuidar como: se multiplica rápido con luz del sol que entra por la ventana; el
dar un desayuno a quien no puede hacerlo por sí solo, o acompañar a aquel que
si puede tomarlo; en la realización de las acciones de bien-estar cuando se
cuida; en las conversaciones que te expanden con las personas: con la vibración
de la música que te sana; con los bailes en que te pierdes; con lo nuevo que
aprendes y lo bello que descubres en los sitios de trabajo, porque si los hay.
Advierto:
Estar en la alegría no significa ausencia de problemas o sufrimiento, tal vez
es exactamente lo contrario. Desde la incertidumbre y no control, es la
improvisación en el vivir y ese fluir atento a las señales del universo lo que
te hace sentir alegre.
Es decir,
la alegría es una fiesta de rebeldía. Julio Cortázar fue enfático: “es inconcebible una revolución que no tenga
por fin la alegría, entendiendo por alegría una cosa mucho más amplia: la
supresión de todo lo que es dolor antes de la revolución, la supresión de todo
lo que nos humilla, nos explota, nos aliena, nos distancia, nos mutila.
Entendiendo por alegría entonces el hecho de llegar por fin a nosotros mismos”.
En la
relación alegría-cuidado, resulta pertinente señalar el pensamiento de un líder
mexicano “como seres apasionados por la
felicidad colectiva y combativos contra las estructuras desesperanzadoras,
debemos revolucionar la cultura y construir colectivamente una subjetividad
alegre”. Tal vez de eso se trata, de tener en cuenta en el cuidado que la
alegría debe ser nuestra bandera en todo
proyecto transformador y un camino para construir la felicidad entre todos y
todas.
El campo de las
profesiones de la salud es un espacio ideal para la construcción de relaciones de alegría,
pues es una pequeña sociedad que nos presenta múltiples oportunidades para construir
una cotidianidad nueva en que la alegría de cuidar promueva y mejore la salud,
intervenga la enfermedad, alivie el dolor, acompañe el morir, y así el cuidado sea motor y camino para
construir la paz.
Gracias por
contagiar la alegría del cuidado en esta
época del año y siempre.
Precisamente cada mes recibo tu blog con mucha alegría, porque enseñas a vivir, cuidar, como un polo a tierra. Saludo cordial
ResponderEliminarLili Sanchez D