IN MEMORIAM LUZ MARINA ALFONSO AVILA
Hay personas que dejan huella Se trata de esas personas que vamos encontrando a lo largo de nuestro camino y que, con su afecto, sus palabras, sus acciones, su modo de ver la vida y, en definitiva, con su ejemplo, nos abren a posibilidades de crecimiento que antes desconocíamos. Tengo que reconocerlo: la enfermería me ha dejado entre muchas cosas, grandes amigos, y una muy valiosa: Luz Marina Alfonso Ávila, a quien dedico estas líneas en su memoria.Tuve la inmensa suerte de encontrarme con ella en varios escenarios, que aquí no vienen al caso, porque no voy a hacer una semblanza de ella, dado que su hoja de vida es de dominio público y, conocida nacional e internacionalmente.
Han pasado ya unos cuantos años desde aquella época en
que sellamos un pacto de amistad y colegaje. Sorprendentemente he descubierto
que cuando un pacto es sincero y respetuoso, el tiempo no borra los recuerdos,
y cuando esa persona deja huella, el viento se lleva la hojarasca de lo que se disiente
(que fue mucho) pero aquello que de verdad resulta importante se mantiene. A riesgo
de incurrir en simplificaciones, quiero
centrarme en algunas ideas que me dejó y
deja para la sociedad y la profesión. Una maestra que en muchas ocasiones me llevó de su
mano por el placer de reflexionar, de pensar, para que muchas cosas yo lo
pudiera escribir. Hablo de algunas lecciones como:
·
Le apostó a la teoría del cuidado de los seres humanos
unitarios de Martha Rogers. Ella mantenía un
axioma: “La enfermería debe ser
construida desde una serie de postulados que sean aplicables y comprobables en
la práctica”. Decía al respecto: “
El cuidado al parecer tan obvio supone una debilidad entre los profesionales “, pues su proceso y logros se tratan de
verdades que, por esa obviedad lo negamos y no lo reconocemos ni lo valoramos en
su verdadera dimensión. . Para Luzma, como la llamábamos cariñosamente, Rogers era la seguidora fiel de Nightingale en
muchos de sus postulados, tanto por la
visión disciplinar y científica del
cuidado, así como por el sentido de empatía y resonancia que este logra con los sujetos de cuidado. Al respecto, construimos
y compartimos un postulado que cada vez
lo confirmo con vehemencia: “el cuidado
es, y todo es cuidado”, es la vida misma, la transferencia energética que
nos hace vivir.
·
Conocía a
Estanislao Zuleta. mejor que cualquier filósofo. De ella aprendí al
leer a Zuleta, y en algunos papeles aun guardo las conclusiones de dicha lectura. Una de ellas que recuerdo y me
sirvió para la enseñanza de la ética, y para la defensa de los profesionales
por fallas deontológicas: la importancia del principio ético que contiene la empatía y el principio de
realidad y humildad al realizar un juicio de valor: “ponerse en los zapatos de
otro”. Esto comienza por comprender desde
que perspectiva se mira a ese otro. Generalmente los juicios sobre el otro lo
hacemos desde la perspectiva de lo personal, y nosotros, en cambio si nos
juzgamos desde lo circunstancial.
·
Genero y
ciudadanía: Todo un debate que llevaba a la practica con grupos de comunidades,
mujeres, profesionales. Cada vez defendía el derecho a no delegar toda nuestra
participación para que otros tomen decisiones que influyen o determinan la vida
de una mayoría de la población como somos las mujeres, y de la profesión. Era una maestra en promulgar
la necesidad de una educación para la sensibilización, la autonomía, y la solidaridad.
·
El dilema de ser profesor
o maestro. Gozaba con sus clases de promoción y formación de la salud. Defendía
la historia de la profesión, y por ello consideraba que todo maestro es
intermediario entre una sociedad tradicional que lo forma y ayuda a mantener, y
una sociedad que lo desafía y él ayuda a formar. He aquí su dilema, una cuestión que no debe pasar
inadvertido para las nuevas generaciones, y para el sistema educativo y
formadores de profesionales de enfermería. O replicamos modelos , o los
transformamos sin olvidar la historia,
para no repetirla
·
Defensora de la Ley
266 de 1996, como política pública. A raíz del plan decenal de enfermería para
Colombia sostuvimos grandes debates
respecto a que debe considerarse una política pública, llegando a esta
conclusión: la guía o dirección del ser, quehacer y estar de una profesión
constituye una política pública, y por tanto lo es la Ley 266 de 1996; un plan
de desarrollo o de mejoramiento es un
mecanismo para llevarla a cabo, no es en sí mismo la política pública, éste se
debe a ella, y no al contrario.
·
Una actitud
flexible y de dialogo. Que gran
lección nos dio al respecto. Nadie como ella con su actitud conciliadora,
actitud muy difícil y al mismo tiempo mas imperativa que exige dar un giro decisivo,
un vuelco a nuestra vida ordinaria para personas que como yo, somos un tanto o
un muy radicales. Era optimista , pero no
ingenua, que sintonizaba sus pensamientos y acciones con los ritmos del tiempo
que vivimos, no para legitimar un orden social y profesional dado , sino para buscar su transformación. En la última
conversación me dio estas palabras para reflexionar:
“ la enfermería no está bien, por favor mira como retomar el camino, usted
puede”. Espero no defraudarte.
En
medio del dolor de su partida, miro con alegría estas y otras tesis y lecciones
aprendidas y encuentro posibilidades de crecimiento personal y profesional. Se
trata de una propuesta valiosa y prometedora
que parte desde la fe en las capacidades de enfermería y sus miembros,
que trasciende fronteras y generaciones, y así, sirviéndome de sus ideas
(considero que era una de las ideólogas de la profesión) no puedo desaprovechar la oportunidad de agradecerle
por haber vivido, por sus semillas y huellas que dejó.
Que
la tierra te sea leve, tu huella estará presente en tu legado no solo a nivel
nacional e internacional. Por siempre Luz Marina.