Necesitamos sentir la caricia y el susurro de palabras amables
Las palabras hacen, las palabras dicen,
las palabras cuidan. ¿Pero como cuidar
las palabras que cuidan? Si las palabras son atinadas y oportunas hacen que
el decir vaya más allá que el hablar, y
el cuidar se convierte en mucho más que escuchar y callar, transformándose en soñar, imaginar, visibilizar, es decir en toda una ciencia y un arte.
Dada esta trascendencia, a veces,
constituye un dilema saber si las palabras que elegimos son las indicadas y adecuadas
para el tipo de persona y situación que cuidamos, o si el silencio es una mejor opción
para cuidar. Lo que si no debe ser dilema y es más, algunas veces constituye una transgresión o agravio,
por la indiferencia que puede llegar a denotar, es huirle al diálogo, cuando éste es considerado por el otro necesario.
Precisamente hace poco, uno de los
periodistas de un periódico de amplia circulación nacional, comentaba -dentro
del contexto y crítica al modelo de
salud- (http://www.elespectador.com/opinion/el-corredor-de-muerte-ALFREDO MOLANO), como en un servicio de urgencias al preguntarle a las enfermeras(os)
sobre algo, estas optaban o por callarse o por contestar con frases estereotipos como:
“regáleme un momento”, “ya le colaboro”, “ya voy”, indiferentes sin levantar sus ojos de la computadora que las
tenía atrapadas, dejando ver que las palabras que pronunciaban carecían de
fuerza vivificante, útil, confiable, como se hubiese esperado en esa situación.
Algo está pasando entre las profesiones y
el vínculo social que se está rompiendo el diálogo. Por ello la opinión pública parece cuestionar la idea
de la comunicación profesional, sintiéndola tensionante y con cierto tufillo de engaño. El ejercicio de la palabra , particularmente
en el campo de la salud, parece reducirse a lo indispensable: la mención del
nombre e información mínima de lo que va
a hacerse, actuando con ejercicio
defensivo- el mirar al otro como un posible enemigo- lo que deja al diálogo cada vez más desolado y con una grave incidencia:
el deterioro de la confianza y por ende pérdida de la visibilidad del profesional .
A fin de cuentas, tenemos que reflexionar sobre cómo o de qué manera hacemos o no diálogo, y si nuestras palabras tienen impacto cuidador.
Es importante considerar que es desde la profesionalidad que la palabra
surge, y por tanto es en y con la formación que se fortalece; además la palabra por si mismo debe ser capaz de cuidar, por tanto, formar
cuidadores implica hacer que la palabra trascienda y se convierta en cuidado. Muy interesante resultaría en la
formación: ejercicios de narrativa, de diálogo, de conciliación, de observación
de cómo y de que se habla, de vigilancia de la palabra. Quien amplía el diálogo, hace crecer
su mundo profesional. Y pensando en esto, considero que somos lo que son
nuestras palabras, entonces ¿Que tanto crece nuestro mundo profesional?; pero ojo , también somos nuestros silencios ¿Porqué callamos?.
Por otra parte, el acto de hablar no está solo, sino que está acompañado de las demás expresiones del lenguaje: gestos, miradas, entonación, etc, y tiene un telón de fondo: el silencio y la escucha, lo cual le otorga a "la palabra que cuida" la suficiente densidad , calidad y peso que la calidez de la misma necesita.
Por otra parte, el acto de hablar no está solo, sino que está acompañado de las demás expresiones del lenguaje: gestos, miradas, entonación, etc, y tiene un telón de fondo: el silencio y la escucha, lo cual le otorga a "la palabra que cuida" la suficiente densidad , calidad y peso que la calidez de la misma necesita.
Entonces, esto es un llamado a
los profesionales a no callarse por callarse, a entablar el diálogo ya que la
profesión tiene mucho que decir, pero no podrá hacerlo a menos que se lo preguntemos, lo ofrezcamos, lo cual fundamenta la
dialogicidad de su ejercicio profesional, el apoyo, la abogacía, la competencia, ya que quien escogió el enseñar y el cuidar
implica que le debe gustar dialogar.
CUIDAR LAS PALABRAS QUE CUIDAN es
indispensable para enriquecer nuestro capital sociall, lingüístico, teórico, de
la disciplina y profesión, superando lo denotativo (el lenguaje rebuscado de
las profesiones que limita el diálogo) y
priorizando lo connotativo, es decir situar y llenar de sentido a las palabras y eso solo se hace en la
convivencia del ejercicio profesional.
Concluyendo puedo señalar que: La palabra nunca es inocente, tiene su intención, y por tanto , tengo fe en las palabras, y que estas cuiden tanto como lo hace una buena acción , ya que si se unen, así y solo así, el cuidado se constituirá en una experiencia única y memorable para cuidador y sujeto de cuidado.
Concluyendo puedo señalar que: La palabra nunca es inocente, tiene su intención, y por tanto , tengo fe en las palabras, y que estas cuiden tanto como lo hace una buena acción , ya que si se unen, así y solo así, el cuidado se constituirá en una experiencia única y memorable para cuidador y sujeto de cuidado.
Hola Alba,
ResponderEliminar¡tú que sabes colocarle el cascabel al gato! lo haz hecho con las palabras precisas en este artículo. Definitivamente considdero, que el diálogo no es un fuerte en la profesión, es más comoque le huimos Me alegro de haber tenido la oportunidad de tenerte a ti y a tantas otras mujeres increíbles como colega .Uno de los regalos de la vida…con el cascabel.
Espero que sigas dándonos apoyo, abriendo mentes y cuidando de la profesión.
Gracias a ti.Abrazos,
Tu compañera Clara
Quien tiene dominio de la palabra, puede llegar a tener poder para bien o para mal y esto no lo hemos entendido Gracias el aporte Alba
ResponderEliminarJosé I Guerra
Hola Alba Tu fuerza de pensamiento es tan incomoda para much@s, pero tan necesaria que no queda mas remedio que desear tu felicidad para que sigas escribiendo. Este planeta y las profesiones necesitan personas que digan las cosas tal como son y de frente y sobre todo en una área de la vida tan importante como es la salud y el cuidado, donde a veces no tenemos el valor de pensar, menos de cuestionar, y menos aún de apuntar algún nivel de interés hacía l@s personas.
ResponderEliminarSoy de Costa Rica, Trabajadora Social de profesión y te leo cada més. Antonia Nuñez Barco
Gracias Alba por tus hermosas y cuidadas palabras!!! quiero compatir que, en ocasión de un encuentro de estudiantes al buscar re-significar la comunicación, concluimos que la primera actitud en la disposición al encuentro con el otro es la escucha, para que la palabra que se comparta sea situada, singular por la vivencia que se está co-transitando, ética y estéticamente cuidadosa y cuidadora de la relación y de la vida de sus protagonistasbuscando ser coherente con lo que implica el cuidado de la vida. Al decir de Freire, la coherencia es la condición ética de mi presencia en el mundo (Freire P. Pedagogía de la indignación: Cartas pedagógicas en un mundo revuelto. Traccción de Ana laura Granero. 1ra ed. 3ra reimp. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores; 2015), sin ella no es posible cimentar una educación y una formación que dignifique mi actuar profesional y el sentido de mi práctica.
ResponderEliminarGracias nuevamente por interpelarnos e invitarnos a re-crear los conocimientos para nuestra práctica como cuidadores de la vida.
Un abrazo desde Argentina
Ángela Aimar
Licenciatura en Enfermería
Universidad Nacional de Villa María
Albita, gracias. muy bien cuando refuerzas la intencionalidad de un diálogo y se tienen espacios para ese diálogo. Uno de ellos es el espacio de la multidisciplinariedad y ojalá algún día se trascienda a la interdisciplinariedad. Se puede dar ese paso cuando el lenguaje se producto de un pensar, un sentir y una práctica argumentada desde el conocimiento científico, sin desconocer que hay un conocimiento popular importante y trascendente.
ResponderEliminarLas palabras que cuidan, se convierten en la construcción de un lenguaje propio que sustenta a enfermería como disciplina social y como una profesión liberal.
Otro aspecto es reconocer la autonomía de la profesión de enfermería y ser capaces de cumplir con el principio de la dialogicidad y comprender su significado como está planteado en la ley 266 del 96.
MUCHAS GRACIAS sus comentarios, todos tan oportunos y dicientes, seguiremos en esta batalla y entre todas y todos las profesiones alcanzarán la razón por la cual existen. Alba Lucía
ResponderEliminarExcelente reflexión la que planteas.
ResponderEliminarHe tenido oportunidad de escucharte en conferencias son muy buenas, ojalá las asociaciones tuvieran en cuenta para los eventos nacionales propuestas como esta para que lleguen sobre todo a los profesionales jóvenes. Un saludo
ResponderEliminarYamile P.C
Excelente reflexión. Gracias por contituirse en un faro que conduce y orienta el quehacer de estudiantes y profesioneles. Por experiencias recientes observo que es el proceso de comunicación el tendón de aquiles del personal de salud a todo nivel.
ResponderEliminarExcelente reflexión. Gracias por contituirse en un faro que conduce y orienta el quehacer de estudiantes y profesioneles. Por experiencias recientes observo que es el proceso de comunicación el tendón de aquiles del personal de salud a todo nivel.
ResponderEliminarHola Alba Lucía:
ResponderEliminarLeí el artículo completo en El espectador y me sentí triste,identificada como "usuaria" del sistema.
Pero cuando leí tu reflexión me alegré de ver la sensibilidad que transmites y allí me situé como enfermera y en verdad me conmovió mucho. Quienes formamos recurso humano no podemos perder de vista la esencia de nuestra profesión y el verdadero sentido de ejercerla.
Patricia González V.
Muchas veces la palabra, acompañada de una actitud de empatía y quizás, si es pertinente, del toque de la mano de quien la pronuncia, trae más alivio que la droga o la sola aplicación de la terapia, siempre y cuando salga del corazón y del conocimiento profesional.
ResponderEliminarHola Albita, un saludo.
ResponderEliminarComo siempre muy acertado y útil tu artículo. Ojalá todas las enfermeras lo leyéramos, en razón a que, como usted bien lo dice ,"el ejercicio de la palabra, particularmente en el campo de la salud,".... No se reduce ni a lo indispensable, esa es mi opinión, por las experiencias vividas en los últimos años. Con esto se pierde la confianza y se invisibiliza al profesional, como usted lo plantea. Es recuperar el diálogo ,principio fundamental de las Enfermeras.