¿Qué es más importante, saber quién eres, o a dónde vas?, propongo esta
pregunta orientadora para la reflexión sobre algunas cuestiones de lo que aquí he
llamado: identidad profesional prometida.
Me atrevo a señalar que el peso de la preocupación por la identidad en
algunas profesiones como enfermería, ha
sido una constante histórica que no necesita mayor evidencia. Y es que esa
obsesión no es gratuita. Es la respuesta
a sostenerse dentro de la división del
trabajo, donde místicos poderes crean cada vez más artificios para sustituir y
cambiar las funciones y estructura de la profesión.
Y es que la identidad profesional tiene mucho
que ver con quiénes somos y como nos constituimos, lo cual corresponde al deber
moral que tiene el profesional de demostrar que se es enfermera(o) y no otro
profesional, y ahí radica la dificultad en un mundo de circunstancias como el
actual, donde hoy se vive la pluralidad, la colectividad, la globalidad,
aquello de que somos algo de alguien y de todos , lo cual convoca a hablar de
diferencias y por supuesto de dificultades, de linderos entre YO profesional de
enfermería y el otro profesional de la salud y los otros actores.
El factor que más hace la
diferencia y deslinda el quien soy del otro, es un primer referente que determina como pienso, hago, como veo el
mundo, desde donde abordo las situaciones: el objeto de la profesión: el cuidado. Si me
cambian este referente, cambio de entidad, y por ende de identidad.
Este referente permite que
la identidad salte a la vista, y no deja dudas sobre quien soy yo y a donde voy.
Todo esto tiene mucho que ver con
el imaginario de lo que debemos ser, o la identidad prometida : cuidadores de vida y salud. Cuestión que merece debatirse , en el sentido
de si ya somos y ya hemos llegado a ser
eso y no otra cosa. Pero en el caso de
que ya fuéramos, seríamos también una síntesis de experiencias, de fragmentos
de historia, de lo que hemos sido para otros, y de lo que otros han sido para
nosotros como profesionales.
Es decir, estamos hechos de
recortes tanto de la historia del cuidado, como de las necesidades del sistema
de salud que también nos ha construido: por ejemplo, en una época- años 70 a
90- necesitaron que fuéramos
administradoras ya que de otra forma los servicios no funcionaban, las
estructuras se caían, los recursos no se daban, pero había una diferencia siempre fuimos
enfermeras, porque el cuidado era parte de esa administración, o más bien la administración era parte del cuidado.
Ahora, nos necesitan más
gerentes y menos cuidadoras, y allí comienza la paradoja frente a lo que debemos
ser: el ethos del cual debemos dar cuenta a la sociedad, lo que ésta espera de
nosotros: que seamos enfermeras o enfermeros y no otra cosa, y esa es la cuestión.
Al respecto, necesitamos apropiarnos más de la potencia
creadora del cuidado, o el referente con el que nos debemos “identificar”, y
que es lo que los demás esperan ver en nosotras, queriéndonos reconocer con eso,
es decir identificarnos. Hoy, es mi apreciación: los sujetos de cuidado:
persona, familia, comunidad y entorno también están perdidos frente a ese
imaginario, identifican mas como cuidadores a otros colaboradores del campo de
la salud , y ellos cada vez más se identifican como cuidadores.
Por supuesto que la
identidad profesional enfermera, también tiene otros referentes: sus teorías
y desarrollos disciplinares, sus valores, su orden profesional, pero es de
entender que todos estos giran alrededor
del cuidado.
He aquí el papel fundamental
de quienes forman y debe ser una cuestión central que debe movilizar los
sistemas educativos. “Nadie decide trazar
un currículo profesional para dejar que el mundo de la profesión siga
funcionando tal como lo hace”. Pensando en esto digo que , la formación debe servir para torcer algún
destino y poder paliar grandes falencias
como: no se enfatiza la formación en pensamiento
crítico, ni imaginación creadora, de forma que al estudiante-futuro
profesional- no puede extrapolar lo que
aprende hacia otros tiempos, espacios, escenarios , hacia nuevos sujetos de
cuidado, ni hacer prospectiva, anticipación científica y social, que son los fundamentos
que apuntan al porqué ser profesional en un área y no en otra. Se escucha
por ejemplo a los nuevos profesionales: eso no me lo enseñaron, nunca pasé como
estudiante por ese servicio.
En todo caso, en alguna parte del proceso educativo existe una ruptura que hace que no lleguemos a
la identidad prometida, y esto debe integrarse en la discusión filosófica,
epistemológica, teórica, investigativa, que implica la educación y el ejercicio
profesional.
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