Una reflexión desde la ética
y el cuidado
de los seres humanos
¿Es posible el cambio de paradigma de menos consumo y más cuidado
para una vida digna y sustentable? ¿Cómo se puede garantizar el buen sentido de ese cambio?
Muchos interrogantes surgen frente al colapso civilizatorio
devorado por una cultura consumista cuya huella es cada vez más destructora: de
las personas, de la salud, de la vida, de los seres vivos. Precisa que nos
aventuremos a encontrar salida a estas
desesperanzas.
Desde la ética considerada , aquí , como un proyecto civilizatorio , un programa (de valores, principios,
comportamientos) con el cual nos insertamos dentro de ese proyecto, y en conjunción con la práctica humano-social del
cuidado, en el sentido, que WALTER BENJAMIN dió a
estas prácticas en su libro el “Narrador”, “que “unen
la razón, la mano, el gesto, la voz y la palabra, la voluntad
y el interés para intervenir la realidad
” de ese proyecto civilizatorio; y teniendo en cuenta que los seres humanos somos parte de los seres vivos,
abiertos, inacabados, perfectibles, es posible encontrar el giro
del paradigma interrogado, solo con el fin de que logremos el mundo que nos gustaría vivir: un mundo humano, “más
que humano”.
Evitar
el colapso de la civilización humana requiere entonces de una transformación
absoluta de los patrones culturales, constituyendo el cuidado: un sello de garantía para una vida digna, que se sustenta así
mismo, lo cual pasa por unas sociedades más cohesionadas, donde las relaciones humanas y
económicas estén basadas en la cultura de la comunidad como gestora de los
bienes comunes. En ese escenario, el cuidado y los profesionales del mismo, juegan
un papel ético y político fundamental en
la sustentabilidad .
Tarea nada fácil en una sociedad como la nuestra tejida en medio
de bienes y bienes interminables, de publicidad que nos lleva a confundir
necesidades con deseos, donde la salud se ha convertido en algo comercializable,
y donde la entropía nos deja apego, insatisfacción, violencia, desasosiego y adicción, profundizando cada vez más la
pobreza e inequidad de los seres humanos.
Llegados a esta encrucijada, en la que el aire de nuestras
ciudades se hace irrespirable, el cambio climático hace estragos en nuestra
salud, en los alimentos y nuestras vidas,
y donde la explotación de personas y recursos no conoce límites, donde el
trabajo es inaccesible sin resquicio a vidas dignas y sostenibles, (aquí si
sostenible porque depende en gran parte de factores externos) parece inevitable
responder con un “caminante, no hay camino… se hace camino al andar”.
Es decir, comenzar a transitar una senda aún por definir, pero
claramente en una dirección distinta a la tomada hasta ahora, y que reoriente
las instituciones claves que modelan la cultura señaladas, en especial la educación,
las empresas, los gobiernos, los medios de comunicación, los modelos de salud, así
como los comportamientos humanos consolidados bajo parámetros consumistas ajenos
a nuestros orígenes y tradiciones; para ello tendrá que fortalecerse las
organizaciones, las comunidades, los colectivos que permitan pensar que otro
mundo es posible a fin de paliar inequidades.
Esto nos lleva a buscar también , y desde nuestro propio quehacer,
el sello de garantía de unas vidas más sostenibles con propuestas sólidas como
las que nos plantea el desarrollo a escala humana, que considera debe revaluarse el concepto de necesidades humanas,
entendiendo que se requiere ser cautelosos con lo que nos desboca en la
sociedad de consumo en que vivimos, comprendiendo que nuestras necesidades son universales,
finitas, no solo de carencia, sino de potencia: subsistencia,
protección, afecto, entendimiento, creación, participación, ocio, identidad,
libertad, y por tanto, para su satisfacción se requiere de bienes
básicos de calidad (no mínimos: porque después de lo mínimo está la nada), y de
muchos satisfactores sinérgicos como lo es el cuidado, desde cuya perspectiva dan cuenta de quienes, y que hacemos como
humanos por los humanos.
Corresponde así tener en cuenta estos enunciados en el día a día, y en lo que sabemos hacer las profesiones, proponiendo aquí, se comience por la aplicación
de esos enunciados en el proceso de enfermería. Probar este nuevo enfoque diseñando el plan de cuidados con base en las 9 necesidades antes señaladas,
sin lugar a duda, requerirá de una mayor capacidad de construcción y movilización
de nuestras concepciones, para integrar nuestro conocimiento, los principios del
ejercicio profesional , los de la bioética, logrando resultados más dignos y humanos,
facilitando el cambio de paradigma que se señaló al comienzo. En este cambio,
el cuidado se acercará más a la gente, y permitirá que las intervenciones en salud vayan más
allá del cuerpo.
Igualmente, es hora de organizarnos para que las políticas públicas se pongan a la
altura de una ciudadanía que quiere decidir por si misma y abordar los cambios
que permitan la sostenibilidad de la vida. La dignidad de los seres humanos que se alcance,
será el indicador del giro de paradigma que buscamos.
Fabuloso blog, Albalucia! Este cambio tan fundamental que tu propones tiene que ir mano a mano con una democracia robusta, algo que cada vez parece escacear mas...El problema es que si los pueblos todos y las personas todas: ricas y pobres; blancas y negras; mujeres y hombres -- no nos despertamos pronto -- cuando lo hagamos, no encontraremos nada...
ResponderEliminarBien recibido este comentario de una personalidad internacional en enfermería. Válido también para las profesiones, si descuidamos el cuidado, no encontraremos nada ...
EliminarDefinitivamente los paradigmas económicos, en nuestra sociedad, han opacado el valor de la vida. Le damos importancia a aspectos que no son esenciales, no son fundamentales. Recuperar el sentido de nuestro existir, de nuestro hacer, son apenas los pasos iniciales en este cambio de consciencia absolutamente necesario para preservar la vida en todas sus manifestaciones universales.
EliminarGusto en saludarte Alba Lucia. Aciertas al proponer que desde el cuidado demos un cambio de paradigma: del consumismo arrasador y enfermizo centrado en el tener a la dignificación de la vida y sus necesidades que van más allá de las meras cosas. Necesario reflexionar y movilizarnos desde todos los campos en que se propone el cuidar, para así aportar en la construcción de una nueva forma de ser y estar en este querido planeta.
ResponderEliminarJenny Rodríguez. FUAA
Jenny gracias su comentario, muy oportuna sus propuesta, espero que desde la docencia se profundice y emprenda acciones pertinentes para la construcción de ese mundo humano que soñamos
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