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EN LA TERRAZA Julio Castillo |
"La libertad es poder decir abiertamente que dos y dos son cuatro." George Orwell- 1984
Califico coloquialmente como “diálogo de sordos”, las posiciones que atacan o defienden la interrupción del embarazo, denotando que no existe el más mínimo interés por contemplar los puntos centrales del otro, hablando sin escucharse en monólogos simultáneos.
Debo reconocer que por largo tiempo, pertenecí a una de estas dos posturas, como todo el mundo, mirando el fenómeno desde fuera; y más, (en un mea culpa) he formado parte del grupo de profesionales de la salud, que demuestra una preocupante indiferencia ante el problema, que se diluye en contradicciones –de objeción de conciencia- y olvidos temporales, pensando muy poco en quien pierde y quien gana en esa realidad. Elegir este tema para este post, fue una cuestión de valor para reflexionar sobre las concepciones del mundo y de actitud ante la vida que se encuentran tras esas posturas, y exorcizar lo vivido como testigo de excepción, enfermera de ginecología y salas de partos , experiencia que me permitió virar hacia una posición intermedia.
La discusión sobre la interrupción del embarazo parece un proceso lineal moral de evolución entre lo considerado bueno o malo, va y viene, se repite y, al parecer nada tiene que ver con la interrupción del embarazo en si. Tiene que ver, más bien, con la contraposición de dos empedernidas actitudes que han definido por siglos a la condición humana: el hombre como parte del universo o el hombre como centro del universo.
Pero como sabemos la historia no es lineal sino cíclica; estas dos posturas no han satisfecho enteramente al ser humano y nos han obligado a transitar en todas la épocas de una a otra. Si nos asomamos a la historia de nuestros países, llama la atención que hoy y en este nuevo siglo, nos acercamos mas a la concepción que pretende enderezarnos hacia derechas. Al respecto tenemos el caso de Colombia que hasta el año 2006, encontró sabiamente una posición intermedia en la interrupción del embarazo, entre los extremos de estas concepciones y hoy se pretende terminar.
La Corte Constitucional en su sentencia C-355 de 2006, despenaliza el aborto en tres circunstancias: 1) cuando exista peligro para la vida o la salud de la mujer, 2) cuando existan malformaciones del feto que hagan inviable su vida 3) o cuando el embarazo sea producto de violación o incesto. Sin embargo, con la expedición del Decreto 4444 de 2006 del Ministerio de la Protección Social, “por medio del cual se reglamenta la prestación de servicios en salud sexual y reproductiva para la interrupción voluntaria del embarazo”, la discusión reaparece – y se acrecienta este año 2012- atacando la sentencia, con las mismas propuestas de la Edad Media buscando derrotar por medio del poder legislativo la posición de la Corte, y reanudando los monólogos interminables, pero en todo caso, no asumiendo la realidad social de la interrupción del embarazo que en mi opinión, debe intervenirse con determinantes de justicia social.
Estas discusiones sin fin, generaron y generan gran preocupación, ya que pese a un Estado Laico los servidores y servidoras públicos (en aras de discusión nos encontraríamos todos los profesionales de la salud, ya que la salud es un servicio público), hacen uso de sus investiduras para incurrir en injerencias arbitrarias e imposición de creencias particulares que niegan la diversidad, limitan el goce efectivo de los derechos y la dignidad humana, como es el caso de los derechos de las mujeres. Por esto, debemos formarnos en estos temas para responder al cumplimiento de las obligaciones que el Estado Colombiano ha adquirido. Necesitamos socializar las normas reglamentarias de la Sentencia sobre los casos de interrupción del embarazo, como el decreto antes anotado, de forma que se facilite y viabilice el ejercicio del derecho a decidir por una interrupción voluntaria del embarazo en condiciones seguras y oportunas, de acuerdo a lo señalado por la Corte Constitucional.
Toma de decisiones. A manera de conclusión, me permito respetuosamente compartir algunas recomendaciones que considero facilitan la relación de apoyo a quienes se encuentran ante el dilema de interrumpir el embarazo en los tres casos de la sentencia señalada. Si bien, esta experiencia no la sistematicé formalmente, para este post organicé mi pensamiento sobre lo actuado, en aras a que pueda servir a otros profesionales de igual circunstancia como la mía.
No fueron muchos los casos relacionados con la toma de decisiones a este respecto dentro del servicio, las mujeres en su gran mayoría llegaban con la decisión tomada. Situación que me dejó en claro que cuando se trata de actuar, las mujeres saben muy bien que hacer, sea legal o ilegal , informadas sobre los casos concretos y la solicitud formal de la interrupción, incluso con el proceso iniciado. Comprendí que una cosa son los conceptos y otra la vida que solo ellas viven todos los días.
Toda decisión sobre la procreación es única e importante y la primera regla para una decisión moral es comprender que es lo que se está decidiendo.
La mujer debe reconocer que es a ella, principalmente, a quien le corresponde tomar la decisión, que no puede renunciar a ese derecho; toda vez que, siempre existen otros interesados que tratarán de hacerlo por ella e incluso consideran que el estado de “capacidad” se ha perdido por los sentimientos que el hecho despierta.
Nuestra responsabilidad como profesionales de la salud al brindar una información veraz, actual y científica sobre el tema de interrupción del embarazo: riesgos y consecuencias, no debe ser escueta; el cuidado implica comprender la perspectiva personal de quien va a decidir, acompañar sus sentimientos sin juzgarlos ni sesgar; nada puede hacernos perder el estado alerta y genuino que acompaña a las palabras que decimos, el como lo decimos, ya que la sensibilidad de las mujeres en estos casos es muy alta.
Debemos respetar sus valores y creencias religiosas, colocándolas en el marco de sus propias circunstancias de embarazo. Luego de analizar con ellas todas las opciones a su alcance, pude comprender que ninguna opción es totalmente buena ni totalmente mala y, ninguna experiencia es igual a otra.
Antes de emprender la relación de apoyo, me informé sobre las propuestas de las tendencias señaladas, y retomé aspectos importantes y recomendaciones que daban a las mujeres, incluso de posiciones distintas a la mía, ( Marjorie Reyley: derecho a decidir 1989); así pude comprender que uno de los fines de una relación de apoyo es llevar a que se encare la situación como se encara las decisiones importantes de la vida. Cada quien adopta un estilo diferente de toma de decisiones, algunas personas necesitan un preámbulo, amigos, convocan a su familia, otras, no miran a nadie, no hablan, etc.
Puede presentarse, como se me presentó, que se llegue a identificar que alguien del equipo de salud está presionando una decisión; es ético dialogar con esa persona a fin de que comprenda que pese a su investidura, no le corresponde tomar decisiones por quien se encuentra en esa situación. En todo caso, esta realidad que se calla, siempre deja en la persona que toma la decisión y en el profesional de la salud, dudas e incertidumbres, propias de la condición humana.