Escribir para este blog por cerca de 8 años ha sido un tesoro. El
blog es un lugar de encuentro, un sitio de
información y debate, donde hay controversia,
buenos deseos y alegría. Pero también es
todo lo contrario: un terreno enfangado
en el que unos y otros nos enzarzamos en l debates que buscan
afirmar unas ideas contra otras, sin que entre por ninguna de las partes el
aire de la razón ajena.
Por
eso, pensando que tanto para el tesoro y
para el desdén hay sitio y hay antídotos, y luego de tomar un respiro por más de un
mes de no publicar respetando como corresponde su tiempo y descanso de esta
época festiva, retomo el reto de escribir sobre lo que siempre hago: la problemática de
la profesión, entendiendo que si bien no valen las recetas ,
porque nadie cura los males chasqueando dedos, me atrevo a escribir estas líneas , porque considero que en una época en donde hay muchos jefes y pocos “….”, es decir muchos profesionales
“-maestrados y doctorados , y dado que es
extraño que éstos no prometan públicamente revelarnos los secretos para
resolver los males que afectan a la profesión, nos corresponde a quienes conformamos el término medio de los profesionales de enfermería, mirar pautas para resolver en
prospectiva las cuestiones que nos afectan.
· Es necesario recalcar que el único documento público y oficial que “prioriza la
problemática de la profesión” es el emitido con ese nombre en el año 2011, por
el CTNE. Desafortunadamente, es nuestra costumbre no masticar las ideas y olvidarlas
sin más. Corresponde a las organizaciones, a la academia, y a los profesionales
considerar esa priorización en sus planes de trabajo, o si ya se considera
obsoleto el documento, darle cristiana sepultura como se merece.
·
La Ley 266 de 1996 y la Ley 911 de 2004, relacionadas con el ejercicio de la
profesión, no deben constituirse en un
saludo a la bandera; o se aplican o se cambian, entonces decidamos… por otra
parte, anoto con el mayor respeto, que este problema comienza en la academia, ya que muchos docentes si han leído estas normas una vez, no
lo han hecho dos; entonces manos a la obra.
·
El deterioro de las condiciones laborales, en mi entender sigue siendo el principal o primer problema de la profesión. Enfermería continúa
con una flexibilidad laboral del 49% llevada por contratos de prestación de
servicios, y otros no laborales, con salarios promedio de 2y1/2 salarios
mínimos . ¿Cómo resolverlo? , mucho se ha propuesto en este blog sobre el tema,
y es necesario reiterar que existen
infinidad de normas que permiten hacer cumplir aquello de la prohibición de “actividades
misionales” pero las acciones no han sido emprendidas ni a nivel personal, ni
gremial. Se necesita entonces organizaciones y profesionales activos del control social, que
con estudios que soporten las peticiones del salario y de la misión que cumple
enfermería en el sistema de salud, no se siga dilatando el problema. Al
respecto, pensemos que el bosque no deje ver los árboles. Este año tratemos que
las fotos no sean apoyando negociaciones
donde enfermería no conforma ni siquiera una muestra válida de los actores de la negociación, pues es urgente mirar la casa …
·
La distribución de profesionales y el
sistema de salud, gran tarea, no fácil, pero muy posible de resolver
iniciando por construir la propuesta de la ratio enfermera/ paciente , de forma que se se constituya en una resolución ministerial, luego vendrá la forma o formas de hacerlo cumplir.
·
El problema de la identidad,
la vocación, la pertenencia no es un
problema de impacto menor, por el contrario: Si no se recupera la esencia, el
objeto, el ser de la profesión: EL CUIDADO, seremos todo, otra cosa, otra
profesión, menos enfermeras o enfermeros, y eso incide en lo profundo de la
profesión y en quienes somos. Pienso que
, esto es sencillo, si no se asume el cuidado por los profesionales es mejor no
hacerle daño a la profesión y buscar formas y profesiones donde se sienta cómodo haciendo otra cosa que no sea cuidar, pero lo cierto es que, no puede permitirse que el
cuidado de enfermería se pierda delegándose en otros actores como son los auxiliares
de enfermería. Sin lugar a duda, en gran parte, depende de esto que no tengamos respaldo social,
reconocimiento y visibilidad, porque si nadie nos ve como cuidadores, líderes
del cuidado, direccionándolo y dándole forma , la sociedad no puede defender lo
que no ve. Todo esto, quizá también lleva a otro problema: la pérdida de liderazgo, y por supuesto el sector formador debe darnos una respuesta a esto.
En síntesis: necesitamos que las organizaciones y estructuras de enfermería se
evalúen en sus misiones y acciones y desde estas se impulsen espacios como
foros permanentes sobre la problemática.
No podemos posponer los estudios actuariales de recursos humanos, censo profesional y de
cargos, necesarios para cualquier tipo
de negociación.
No podemos obviar la aplicación de los
contenidos de las leyes que regulan el ejercicio de la profesión. Mucha tarea al respecto.
Tenemos que fortalecer los valores de un
humanismo real que nos lleve a vivir la profesión y el cuidado con colegaje, pertenencia y orgullo profesional,
lo cual deberá también empoderarnos, y mostrar mucho de lo que sabemos y
hacemos, para lo cual también debemos fortalecer nuestra formación filosófica y
cultural del cuidado, no dejando este aspecto solo a la academia.
Quedan muchas ideas
por anotar, pero tendremos que trabajar duramente para que se viva con orgullo y dignidad el ejercicio de la profesión.