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Enfemera de la Universidad del Rosario de Bogotá-Colombia-Abogada de la Universidad Nacional de Colombia. Con formación postgradual en Gerencia de la Salud Pública,Instituciones Jurídico Laborales , Políticas Sociales con Enfasis en Salud y Docencia. He sido profesora de Etica y Bioética, FORMACION POLITICA en universidades como: Fundación Universitaria del Area Andina en Bogotá-Colombia; y me desempeñè como Enfermera HUS de Bogotá ; Conferencista en las áreas de Responsabilidad profesional, políticas de Salud y enfermería, Etica y Bioética, Derechos fundamentales, en especial derechos de los niños y niñas. Expresidenta del Consejo Técnico Nacional de Enfermería CTNE -período 2008-2010. Fui hasta el año 2015 miembro de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia ANEC.

miércoles, 1 de junio de 2016

CONVIVIR Y CUIDAR

¿Por qué el cuidado  sigue siendo un asunto importante y tan difícil ? ¿En qué reside la dificultad para  cuidarnos,   y habitar juntos?  Con estas preguntas como introducción me atrevo a construir algunas palabras sobre la relación entre convivencia y cuidado.
La convivencia entendida ante todo, como compartir, tomar parte en la vida ajena y hacer partícipe de la propia al otro,  involucra al cuidado como forma de hacer posible algo, y  de facilitar ser. Sin duda ,  para ello se necesita  estar bien con uno mismo, y acompañarse de tolerancia y  respeto hacia el otro.
La simbiosis de la convivencia y cuidado representa una de las mayores dificultades para el ser humano, porque éste suele vivir en un "equilibrio inestable"(M Rogers); percibiéndose con claridad el hecho real de buscar soluciones y alternativas para hacer posible y agradable el con-vivir.  Dentro de ese equilibrio-desequilibrio que también se vive por las dificultades del contexto sólo una poderosa ética del cuidado nos permitirá evitar o solventar profundas crisis y convulsiones sociales. En todo caso,  nos iría mejor si fuésemos capaces de cuidar más, es decir:  asistir, guardar y conservar. Y como advertía, todo esto comienza por uno mismo, entendiendo que debemos seguir una relación justa  con nuestros compañeros/as de viaje y semejantes, recordando que la humanidad está biológicamente predispuesta al cuidado, y así , el cuidar constituye una estrategia evolutiva que permite nuestra supervivencia y extensión,  y constituye  un  gozo sencillo y natural.  
Es cierto que  hoy tenemos un  modo idiota de convivir (me atrevo a denominarlo así)  en todos los espacios de la vida cotidiana; espacios  que los hemos convertido en una forma tan dura y violenta y ese modo que nos niega el placer del cuidado y nos priva  de la felicidad de cuidar
Para transformar dicho modismo, el cuidado es una estrategia oportuna y necesaria, y una fórmula eficaz y pacífica para la emancipación. Ignorar esto es  reducir nuestra capacidad de desarrollo personal.  Igualmente, como profesionales del cuidado que somos , debemos comprender la necesidad de  trascender del cuidado natural (el espontáneo) al cuidado ético, o sea aquel que necesita de reflexión moral, de razón, de juicio de valor, de cultivo de conocimiento, capacidades y actitudes como la empatía, la compasión, el altruismo , la vocación,  la negociación, el cual se  comporta como un fenómeno relacional de ida y vuelta; para ello debemos comprender que necesitamos , buscar, demandar  y construir circunstancias, condiciones , ideas, valores, espacios, instituciones , organizaciones y estructuras democráticas donde se den relaciones simétricas y sea  así posible el cuidar. Si impera la crueldad, la violencia, la competencia, la entropía,  la posesión, la dominación, el abuso, la injusticia, la ignorancia,  es muy difícil ofrecer un cuidado ético y sincero, y no me atraevería a señalar, pero pienso que en esos espacios NO hay cuidado.
Una sana relación de convivencia y cuidado necesita por tanto de diálogo: el reconocimiento del interlocutor, su posición, sus demandas, que se lleve a cabo en un proceso dialógico  abierto, transparente, sin prevenciones. De práctica: reconocer y valorar la tradición del cuidado, aprender haciendo, donde apreciemos las experiencias, vivencias, iniciativas , conocimiento y gestos positivos del cuidado de los otros . De proyección y propuestas, donde se vea que los beneficios son recíprocos y por tanto es posible la resolución de conflictos que en todas las circunstancias se presentan. De interdependencia social, comprendiendo que es justo reconocer la sabiduría de todos, que es necesario  desarrollar el pensamiento crítico, aceptando que podemos equivocarnos, y que tenemos derecho y necesidad de cuestionar las ideas propias y ajenas, y que no hay seguridad absoluta.  

Como cuidadores debemos afianzar objetivos coeducativos que  nos lleven a:  promover la ética del cuidado entre nuestros pares, enunciar y ensalzar las propias relaciones de cuidado, descubrir los motivos que nos impulsan a cuidar, mirar las distintas perspectivas de cuidado, trascender del cuidado natural al cuidado ético, promoviendo así nuestra autoestima, autoformación, responsabilidad y autorregulación.