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Enfemera de la Universidad del Rosario de Bogotá-Colombia-Abogada de la Universidad Nacional de Colombia. Con formación postgradual en Gerencia de la Salud Pública,Instituciones Jurídico Laborales , Políticas Sociales con Enfasis en Salud y Docencia. He sido profesora de Etica y Bioética, FORMACION POLITICA en universidades como: Fundación Universitaria del Area Andina en Bogotá-Colombia; y me desempeñè como Enfermera HUS de Bogotá ; Conferencista en las áreas de Responsabilidad profesional, políticas de Salud y enfermería, Etica y Bioética, Derechos fundamentales, en especial derechos de los niños y niñas. Expresidenta del Consejo Técnico Nacional de Enfermería CTNE -período 2008-2010. Fui hasta el año 2015 miembro de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia ANEC.

jueves, 1 de diciembre de 2016

LA ALEGRIA DE CUIDAR

 “Hay que defender la alegría como un derecho, defenderla de dios y del invierno, de las mayúsculas y de la muerte…” Benedetti

Quiero al terminar este año  dirigir unas palabras sobre una hermosa relación: la alegría de cuidar.
La relación entre la necesidad de la alegría y el cuidado, es pensada aquí CON varios referentes, comenzando CON Paulo Freire, porque toda su elaboración muestra un compromiso con la vida. Su pensamiento , así sea en el contexto de la práctica educativa, nos muestra que la alegría es provocadora porque desordena estructuras, es intensa porque sabe de fragilidad, es indiscreta porque se mete en todos tus rincones, es cuestionadora, porque corre límites y, al ver la alegría en otros, nos hace mirarnos. 
Freire señala que existe una relación entre la alegría necesaria y la esperanza, toda vez que forman parte de la naturaleza humana- compartiendo esta naturaleza –se piensa aquí- con el cuidado. Precisamente porque el ser humano es un ser inacabado, perfectible, en constante construcción como individuo y como historia con los otros y con el mundo, historia como posibilidad. El mundo estará siendo en la medida en que luchamos por la alegría y la esperanza.

Pero tengamos en cuenta que, la alegría en el cuidado nos deja expuestos, porque es energía que sale por los poros. Es un acto de prueba de voluntades ¿”Qué mayor acto de resistencia que ser amable, reírse y traer al hoy, el mundo que soñamos para el mañana”? (Whitman)
La alegría también es muy contagiosa. Y cosa curiosa, se muestra en las acciones sencillas del cuidar como: se multiplica rápido con luz del sol que entra por la ventana; el dar un desayuno a quien no puede hacerlo por sí solo, o acompañar a aquel que si puede tomarlo; en la realización de las acciones de bien-estar cuando se cuida; en las conversaciones que te expanden con las personas: con la vibración de la música que te sana; con los bailes en que te pierdes; con lo nuevo que aprendes y lo bello que descubres en los sitios de trabajo, porque si los hay.
Advierto: Estar en la alegría no significa ausencia de problemas o sufrimiento, tal vez es exactamente lo contrario. Desde la incertidumbre y no control, es la improvisación en el vivir y ese fluir atento a las señales del universo lo que te hace sentir alegre.
Es decir, la alegría es una fiesta de rebeldía. Julio Cortázar fue enfático: “es inconcebible una revolución que no tenga por fin la alegría, entendiendo por alegría una cosa mucho más amplia: la supresión de todo lo que es dolor antes de la revolución, la supresión de todo lo que nos humilla, nos explota, nos aliena, nos distancia, nos mutila. Entendiendo por alegría entonces el hecho de llegar por fin a nosotros mismos”.
En la relación alegría-cuidado, resulta pertinente señalar el pensamiento de un líder mexicano “como seres apasionados por la felicidad colectiva y combativos contra las estructuras desesperanzadoras, debemos revolucionar la cultura y construir colectivamente una subjetividad alegre”. Tal vez de eso se trata, de tener en cuenta en el cuidado que la alegría debe ser nuestra bandera en todo proyecto transformador y un camino para construir la felicidad entre todos y todas.

El campo de las profesiones de la salud es un espacio ideal  para la construcción de relaciones de alegría, pues es una pequeña sociedad que nos presenta múltiples oportunidades para construir una cotidianidad nueva en que la alegría de cuidar promueva y mejore la salud, intervenga la enfermedad, alivie el dolor, acompañe el morir,  y así el cuidado sea motor y camino para construir la paz.

Gracias por contagiar la alegría del cuidado en esta época del año y siempre.

martes, 1 de noviembre de 2016

LOS PROFESORES SON UNA “NOTA”

Unas breves anotaciones críticas para reflexionar sobre la necesidad de constituirse en un  “maestro”.
En cada época los jóvenes crean su propio vocabulario para significar con mayor fuerza algunas cuestiones. En mi juventud,  decir que alguien era una “nota”, significaba que ese alguien dejaba registro, quedando en la memoria por ser digno de admirar y recordar.
Así, el profesor  destinado a enseñar, es una “nota” cuando tiene  audiencia propia, siembra su semilla y gobierna espíritus, forma carácteres. Se le reconoce como maestro porque bajo su influjo abre mentes, y así, quien es capaz de ver, ve; y quien está llamado a entender, entiende. La realización del profesor está en su “maestría” (no me refiero al título,  eso está bien si acaso para el escalafón, aunque…) sino considerado el ser maestro como una elevación de plena humanidad; cuando  hace el paso  a esa maestría, es porque es líder en cuanto cree en algo y vive un ideal.
Por otra parte, la Universidad tiene un ser prestado; por eso algunos la denominan en abstracto como un “ente educativo”, que depende, en gran medida, del espíritu que anime el cuerpo de profesores, quienes como generación adulta  marcan la tónica, la impronta; no olvidando que al lado de esta generación adulta, aprende la generación joven. La generación adulta debe aportar experiencia, estilo, ética;   la joven  fuerza, disposición, curiosidad, primordialmente inquietud.
Cuando la Universidad se cierra en sí misma ( y por ello no se vé el  impacto afuera en el ejercicio profesional , porque se quedan sus producciones en anaqueles ) , es porque los profesores están enclaustrados, separados unos de otros, fugados de su entorno, y así pierden fuerza, y en esa medida no alcanzan a traspasar los muros universitarios, se quedan ausentes de vida pública ( entendida como el escenario natural del ciudadano), en consecuencia producen generaciones de egresados  más o menos tecnificados, despegados de la realidad social, cada vez con un nivel cultural más bajo.  Alguna vez señalaba, y no me duele decirlo, que los egresados pasan de la universidad cerrada a la desocupación abierta. En ese desierto no saben para qué sirven.

La verdad es que también, el mismo modelo educativo ha hecho que el ejercicio del profesor se constituya en una carrera azarosa, si la gana obtiene escalafón, puedes tener un aumento en tu salario- porque reivindicarlo no es muy bien visto en este campo,  si la pierde- sencillo- no te renuevan el contrato. Igualmente en esa carrera se tiene que enfrentar a las trampas de la enseñanza que están inscritas en el mismo sistema. Cumple con tus horas cátedra, presenta tus evaluaciónes a tiempo, debes no contradecir a las directivas,  y en últimas dedícate a  “dictar” –ojo a esta palabra- tus clases, y ya te certificamos como “docente” para que te renueven el contrato. Desencadenada esta crisis, el profesor enfrenta dos opciones: quedarse quieto, pasivo, encerrado, desatendido de la realidad que lo alude. O insurgir, aliado de la evolución, con papel dinámico, en medio de los acontecimientos en ebullición. En su calidad de agente de cambio, su vida es conflicto; en ese desafío se medirá a su estatura espiritual, su calidad intelectual, su posición histórica.  

Es urgente:  el ser profesor reclama orientación; la comunidad universitaria necesita llenar este vacío y  no recogerse en la seguridad precaria de cátedras y laboratorios, la vida pública requiere a los profesores. 

Estamos obligados a restituir la universidad de su ausencia  del diario discurrir, de re significar su misión y papel con la realidad actual. En el caso de la salud y el cuidado, la sociedad abomina el vacío que dejan sus profesionales, y por eso la tendencia es llenarlo con  otros niveles ocupacionales, que ven una oportunidad en este campo. 

La fuerza académica cumplirá con la sociedad, el país, las profesiones y los programas educativos, en la medida que cumpla con sus funciones que le son propias desde siempre: debate de problemas cotidianos, investigación científica, construcción de colectivos fuertes, construcción de conocimientos, extensión universitaria, crítica del bagaje cultural, proposición de innovaciones, formación ética de personas, de profesionales, de científicos, de pensadores, para ser forjadores de historia. Situarse en tal alto estrado-como maestros- exige estudio, conocer el pasado, reflexionar el presente, proyectar el mañana. Desde la cumbre académica, seremos una “nota” solo si repensamos al ser humano, a la sociedad, a las profesiones, a la universidad, Y ACTUAREMOS.  
Epílogo: ¿Cual es su legado para las generaciones futuras?

sábado, 1 de octubre de 2016

CUIDANDO LAS PALABRAS QUE CUIDAN

Necesitamos sentir la caricia  y el susurro de  palabras amables
 
CALLE DE PORTUGAL
Las palabras hacen, las palabras dicen, las palabras cuidan. ¿Pero como cuidar las palabras que cuidan? Si las palabras son atinadas y oportunas hacen que el decir vaya más allá que el  hablar, y el cuidar se convierte en mucho más que escuchar y callar, transformándose  en soñar, imaginar, visibilizar, es decir en  toda una ciencia y un arte.

Dada esta trascendencia, a veces, constituye un dilema saber si las palabras que elegimos son las indicadas y adecuadas para el tipo de persona y situación que cuidamos, o si el silencio es una mejor opción para cuidar. Lo que si no debe ser dilema y es más, algunas veces constituye una transgresión o agravio, por la indiferencia que puede llegar a denotar, es huirle al diálogo, cuando éste es considerado por el otro necesario. 

Precisamente hace poco, uno de los periodistas de un periódico de amplia circulación nacional, comentaba -dentro del contexto y  crítica al modelo de salud- (http://www.elespectador.com/opinion/el-corredor-de-muerte-ALFREDO MOLANO),  como en un servicio de urgencias al preguntarle a las enfermeras(os) sobre algo, estas optaban o por callarse o por contestar con frases  estereotipos   como: “regáleme un momento”, “ya le colaboro”, “ya voy”, indiferentes  sin levantar sus ojos de la computadora que las tenía atrapadas, dejando ver que las palabras que pronunciaban carecían de fuerza vivificante, útil, confiable, como se hubiese esperado en esa situación.

Algo está pasando entre las profesiones y el vínculo social  que se está rompiendo el diálogo. Por ello la opinión pública parece cuestionar la idea de la comunicación profesional, sintiéndola tensionante y con cierto  tufillo de engaño. El ejercicio de la palabra , particularmente en el campo de la salud, parece  reducirse a lo indispensable: la mención del nombre e información mínima  de lo que va a hacerse,  actuando con ejercicio defensivo- el mirar al otro como un posible enemigo- lo que deja al diálogo cada vez más desolado y con una grave incidencia: el deterioro de la confianza y por ende pérdida de la visibilidad del profesional .
 A fin de cuentas, tenemos que reflexionar sobre cómo o de qué manera hacemos o no diálogo, y si nuestras palabras tienen impacto cuidador. 
CUIDAR LAS PALABRAS QUE CUIDAN significa entonces , cuidar la palabra que se espera, la no rebuscada, la esperanzadora que no victimiza, la confiable, la solidaria, la competente, la oportuna, la integradora,  la sanadora, la proyectiva, la sincera, todo lo cual tiene mucho que ver con la excelencia y dignidad profesional más  que con patrones sociales y ,   en todo caso, si tiene que ver con modelos de formación profesional: a una mejor educación, mejor dialogo.

Es importante considerar que es desde la profesionalidad que la palabra surge, y por tanto es en y con la formación que se  fortalece; además la  palabra por si mismo debe ser capaz de cuidar,  por tanto, formar cuidadores implica hacer que la palabra trascienda y se convierta en cuidado. Muy interesante resultaría en la formación: ejercicios de narrativa, de diálogo, de conciliación, de observación de cómo y de que se habla, de vigilancia de la palabra. Quien amplía el diálogo, hace crecer su mundo profesional. Y pensando en esto, considero que somos lo que son nuestras palabras, entonces ¿Que tanto crece nuestro mundo profesional?; pero ojo , también somos nuestros silencios ¿Porqué callamos?. 
Por otra parte, el acto de hablar no está solo, sino que está acompañado de las demás expresiones del lenguaje: gestos, miradas, entonación, etc, y tiene un telón de fondo: el silencio y la escucha, lo cual le otorga a "la palabra que cuida" la suficiente densidad , calidad y peso que la calidez de la misma necesita.

Entonces, esto es un llamado a los profesionales a no callarse por callarse, a entablar el diálogo ya que  la profesión tiene mucho que decir, pero no podrá hacerlo a menos que se lo preguntemos, lo ofrezcamos, lo cual  fundamenta la dialogicidad de su ejercicio profesional, el apoyo, la abogacía, la competencia,  ya que quien escogió el enseñar y el cuidar implica que le debe gustar dialogar.


CUIDAR LAS PALABRAS QUE CUIDAN es indispensable para enriquecer nuestro capital sociall, lingüístico, teórico, de la disciplina y profesión, superando lo denotativo (el lenguaje rebuscado de las profesiones que limita el diálogo)  y priorizando lo connotativo, es decir situar y llenar de sentido a las palabras y eso solo se hace en la convivencia del ejercicio profesional.  

Concluyendo puedo señalar que: La palabra nunca es inocente, tiene su intención, y por tanto , tengo fe en las palabras, y que estas cuiden tanto como lo hace una buena acción , ya que  si se unen, así y  solo así,  el cuidado se constituirá en una experiencia única y memorable para cuidador y sujeto de cuidado.

viernes, 2 de septiembre de 2016

OBJECION DE CONCIENCIA: SU CARÁCTER POLITICO

La Corte Constitucional de Colombia estudió una demanda de inconstitucionalidad en contra del parágrafo del artículo 9 de la Ley 911 de 2004, norma que establecía la posibilidad, para el profesional de enfermería, de hacer uso de la objeción de conciencia en aquellos casos en que la ley o las normas de las instituciones permitieran procedimientos que atentaran contra “el respeto a la vida, la dignidad y los derechos de los seres humanos.” Mediante sentencia C-274 de 2016, consideró que dicho precepto dejaba a la voluntad del profesional de enfermería la defensa de tales valores y derechos con el ejercicio de la objeción de conciencia, sin que por esto a dicho profesional se le puedan menoscabar sus derechos o imponérsele sanciones.
En este sentido, se reconoció la posibilidad de que los profesionales de la enfermería acudan a la objeción de conciencia, siempre que hagan uso de ella conforme a los lineamientos que la jurisprudencia constitucional ha establecido para su ejercicio en el ámbito de la salud.

Por tanto, es oportuno aquí, hacer referencia a uno de los caracteres que esta acción tiene: el político.

Para argumentar este carácter, me permito citar algunas preguntas orientadoras como:¿Qué valores y principios deben estar presentes y deben preservarse por el profesional de enfermería  en su ejercicio? ¿Sí aún fuera penalizado un profesional por defender tales valores y principios,  deberá seguir defendiéndolos? Sin ninguna duda, la respuesta es: la vida, la dignidad, y los derechos de los sujetos de cuidado. Y esto es una cuestión, que por  nuestra parte  entramos a defender y lo defenderemos ante cualquier circunstancia, y provenga de quien proviniere la censura, más aún, si esto proviene de las instituciones donde la enfermera ejerce su profesión.

Correlativamente, es de anotar que en salud los procedimientos normados por las instituciones, son en su mayoría y dada la materia que corresponde al campo de la salud, de cumplimiento inmediato. Es por esto que el profesional de enfermería en fidelidad a la defensa de los principios y valores anotados, entra  a prender la alarma, como forma peculiar de la libertad que tiene en su ejercicio,  mediante una herramienta legal: su objeción de conciencia.
Es decir,  la  objeción de conciencia es un acto individual, privado, no violento, directo, donde quien objeta, no necesita hacer pública su conducta (publicar que va a hacer uso de la objeción de conciencia), solo prende alarmas apelando a su conciencia y hace así un llamado de atención sobre el caso que objeta.  El profesional de enfermería objetante lo que hace es actuar con el dictamen de su razón, una razón que forma su conciencia  y que considera que el bien es todo aquello que permite el cumplimiento del objeto y fin de su profesión, para lo cual debe tener en cuenta el principio bioético de no maleficencia o sea prevenir el daño que en la vida, salud, dignidad de los sujetos de cuidado, pueda causar su actuar.

Esta conciencia del profesional no es caprichosa, sino que está determinada por la experiencia de vida y ejercicio del profesional, por sus conocimientos, por el “orden profesional”, por sus normas que regulan su ejercicio, es decir, la objeción de conciencia en si misma es y constituye una construcción social.
Recordemos la tesis del materialismo histórico: “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia”.  
Es en este sentido que la objeción de conciencia tiene carácter político, ya que muestra una posición del profesional,  porque cuando objeta se plantea una relación entre el individuo- el profesional de enfermería- y el poder-las instituciones empleadoras- ,  entre la conciencia del cuidado y el modelo de salud, y conformándose  así un mecanismo que puede llegar a resolver conflictos entre mayorías y minorías. 
Si bien la acción tiene  carácter personal e íntimo, y no persiga el cambio normativo, es un medio de participación y por tanto protegido en un Estado Social de Derecho, cuyo impacto SI puede llevar al cambio de normatividades, como las que muchas veces las instituciones pretenden que se sigan.

La conciencia no es pura abstracción, es real;  y por ello en un sistema de salud que muestra falencias, niega recursos; limita  procesos; crea barreras de accesibilidad y universalidad;  no planea la cobertura de los servicios; excluye procedimientos; cierra camas y servicios; no nombra personal,  etc, etc, amenazando y vulnerando la dignidad y  vida de los sujetos de cuidado, y los derechos del profesional de enfermería a contar con condiciones de trabajo dignas y justas para ejercer el propósito y fin de su profesión, una salida inmediata es la objeción de conciencia, luego podrán surgir otras acciones individuales y colectivas.

Así esta acción es una  forma de participación, derecho y deber de los PROFESIONALES-CIUDADANOS  para hacer valer los principios constitucionales, preservar los derechos fundamentales de los sujetos de cuidado , y establecer una barrera protectora de los valores que, a todas luces, revisten un interés intrínseco de la sociedad. 

http://www.corteconstitucional.gov.co/RELATORIA/2016/C-274-16.htm

miércoles, 3 de agosto de 2016

LA PROFESION COMO TEJIDO SOCIAL

Cada tejido es reflejo de su creador; los hilos de una profesión se entrecruzan y enlazan de mil formas, comportándose como un tejido social.
La forma gráfica de un tejido textil –latinoamericano- , o conjunto de hilos entrelazados que conforman un todo unitario pero diverso,   nos permitirá comprender la concepción sobre el mundo  que tiene una profesión, así como las generalidades y el porqué es de tal o cual manera, y sus particulares formas de actuar en la realidad.

La estructura del tejido de una profesión, permite mostrar una imagen multidimensional del mundo, sus espacios de formación, sus formas de ejercicio, la forma como se ejerce, como se renueva,  su  historia, cultura, organización y proyección.  

Como cualquier tejido , en una profesión se interrelacionan dos tipos de hilos: la trama y la urdimbre, la primera, es la base del tejido y está colocada en un telar de forma vertical,  y sobre ella se tejerá la urdimbre de la vida y se permitirá su expresión diversa, la cual se coloca y entrelaza con la trama en el sentido horizontal o diagonal. El tejido como un todo tiene varias manifestaciones en sí mismo, así: Si la trama es firme( en una profesión- la trama es  equivalente a las normas, la formación, el contexto y sistema en el que se encuentra inmerso una profesión, para las de la salud el educativo, el de salud, el laboral, el social, y las organizaciones), la urdimbre (los miembros de una profesión) se enlazará equilibrada y el tejido mostrará toda su belleza. Si la trama es demasiada apretada,(modelo de salud, reformas laborales, etc) no permitirá la plena expresión de la urdimbre, resultando un tejido opaco, no identificable, invisible. Si la trama es suelta, (Sin Dios ni ley) la urdimbre no encontrará apoyo, la base será casi inexistente, y la profesión flotará sin forma, sin identidad, sin expresión.

Acorde con esta descripción, el sentido histórico y social de una profesión depende en gran medida de las posibilidades que la urdimbre –sus miembros- encuentren en la trama, generando así la responsabilidad de generar diálogo entre ellos, de volver una urdimbre fuerte que sepa atravesar cualquier trama del contexto,  o cambiarla si definitivamente es estrecha o muy suelta, o conservarla si es sólida y democrática.

En cuanto a estas tramas: apretada o  suelta, no sabría responder cual es mejor; sin embargo pienso que en cualquiera de ellas la identidad se diluye, hace que no se posea un pensamiento propio y por ende no se forma críticamente a los miembros de una profesión, para cuestionar modelos impositivos de cualquier índole, encontrándose siempre en condiciones de convertirse en un campo de experimentación y dominio, sin alternativas que les permitan encarar desde la profesión misma y desde sus organizaciones su propio destino.

Por supuesto, que el ideal es contar con un tejido equilibrado en la profesión, que será armonioso como una nota musical, suave o fuerte, pero armónico en su sentido. (Para enfermería , este tejido ideal nos lo recrea la Ley 266 de 1996). Ese sentido lo marca el bien común de la profesión.

Las profesiones viven momentos, en algunos casos, hemos visto que tramas apretadas buscan asfixiar las urdimbres, envolviendo a sus hilos, anudándolos y no dejándolos avanzar. Visto desde el momento político, quizá es cuando intereses individuales, o de otros actores, quieren ejercer su poder de dominio con modelos hegemónicos sobre una profesión, que aparentemente-(o en realidad?) se muestra débil.

También debe considerarse que en un tejido equilibrado se necesita hilos que tensionen, (la oposición argumentada) que exijan que los demás hilos se cualifiquen, que no se envuelvan y anuden en su propia concepción, sino que cedan a la presión y permitan que se interrelacionen con otros hilos para dar solidez al tejido porque se considera que son  importantes por lo que aportan al tejido.

Es preciso descifrar la naturaleza de las urdimbres de las profesiones y sus organizaciones, y a que destinan sus tejidos. Por ejemplo, si una organización tiene como misión defender los derechos de sus miembros, su tejido debe mostrar esto, y sus acciones principales no pueden ser sustituidas por otras, puesto que esto sería comportarse como trama suelta, quedando el apoyo de los miembros en el vacío.


El tejido de una profesión  necesita de manos hábiles para hilar, tejer y bordar estructuras inteligentes, armoniosas, con texturas y diseños vibrantes que dejen ver y reconocer por otros- y pese a la complejidad de las tramas y contextos- la belleza del ejercicio profesional, de su impacto social, de forma que se muestre su arte, se reconozca y así no se encuentre necesario formar otros tejidos profesionales que sustituyan el quehacer de profesiones históricas y sociales que son amenazadas. Sea esta una invitación a hablar con fuerza a través del textil, del tejido, de la urdimbre de la profesión. 

martes, 5 de julio de 2016

"SER O NO SER": LA IDENTIDAD PROFESIONAL PROMETIDA.

¿Qué es más importante, saber quién eres, o a dónde vas?, propongo esta pregunta orientadora para la reflexión sobre algunas cuestiones de lo que aquí he llamado: identidad profesional prometida.
Me atrevo a señalar  que el peso de la preocupación por la identidad en  algunas profesiones como enfermería, ha sido una constante histórica que no necesita mayor evidencia. Y es que esa obsesión no es gratuita. Es  la respuesta a sostenerse dentro de la división del trabajo, donde místicos poderes crean cada vez más artificios para sustituir y cambiar las funciones y estructura de la profesión.

Y es que la identidad profesional tiene mucho que ver con quiénes somos y como nos constituimos, lo cual corresponde al deber moral que tiene el profesional de demostrar que se es enfermera(o) y no otro profesional, y ahí radica la dificultad en un mundo de circunstancias como el actual, donde hoy se vive la pluralidad, la colectividad, la globalidad, aquello de que somos algo de alguien y de todos , lo cual convoca a hablar de diferencias y por supuesto de dificultades, de linderos entre YO profesional de enfermería y el otro profesional de la salud y los otros actores.

El factor que más hace la diferencia y deslinda el quien soy del otro,  es un primer referente  que determina como pienso, hago, como veo el mundo, desde donde abordo las situaciones: el  objeto de la profesión: el cuidado. Si me cambian este referente, cambio de entidad, y por ende de identidad.

Este referente permite que la identidad salte a la vista, y no deja dudas sobre quien soy yo y  a donde voy.  Todo esto  tiene mucho que ver con el imaginario de lo que debemos ser, o la identidad prometida  : cuidadores de vida y salud.  Cuestión que merece debatirse , en el sentido de si ya somos y ya  hemos llegado a ser eso y no otra cosa.  Pero en el caso de que ya fuéramos, seríamos también una síntesis de experiencias, de fragmentos de historia, de lo que hemos sido para otros, y de lo que otros han sido para nosotros como profesionales. 

Es decir, estamos hechos de recortes tanto de la historia del cuidado, como de las necesidades del sistema de salud que también nos ha construido: por ejemplo, en una época- años 70 a 90-  necesitaron que fuéramos administradoras ya que de otra forma los servicios no funcionaban, las estructuras se caían, los recursos no se daban, pero  había una diferencia siempre fuimos enfermeras, porque el cuidado era parte de esa administración, o más bien la administración era parte del cuidado.

Ahora,  nos necesitan más gerentes y menos cuidadoras, y allí comienza la paradoja frente a lo que debemos ser: el ethos del cual debemos dar cuenta a la sociedad, lo que ésta espera de nosotros: que seamos enfermeras o enfermeros  y no otra cosa, y esa es la cuestión.
Al respecto,  necesitamos apropiarnos más de la potencia creadora del cuidado, o el referente con el que nos debemos “identificar”, y que es lo que los demás esperan ver en nosotras, queriéndonos reconocer con eso, es decir identificarnos. Hoy, es mi apreciación: los sujetos de cuidado: persona, familia, comunidad y entorno también están perdidos frente a ese imaginario, identifican mas como cuidadores a otros colaboradores del campo de la salud , y ellos cada vez más se identifican como cuidadores.

Por supuesto que la identidad profesional enfermera, también tiene otros referentes: sus teorías y desarrollos disciplinares, sus valores, su orden profesional, pero es de entender que todos estos  giran alrededor del cuidado.
He aquí el papel fundamental de quienes forman y debe ser una cuestión central que debe movilizar los sistemas educativos. “Nadie decide trazar un currículo profesional para dejar que el mundo de la profesión siga funcionando tal como lo hace”.  Pensando en esto digo que ,  la formación debe servir para torcer algún destino y  poder paliar grandes falencias como: no se enfatiza la formación en pensamiento crítico, ni imaginación creadora, de forma que al estudiante-futuro profesional- no puede  extrapolar lo que aprende hacia otros tiempos, espacios, escenarios , hacia nuevos sujetos de cuidado, ni hacer prospectiva, anticipación científica y social, que son los fundamentos que apuntan al porqué ser profesional en un área y no en otra. Se escucha por ejemplo a los nuevos profesionales: eso no me lo enseñaron, nunca pasé como estudiante por ese servicio.  


En todo caso,  en alguna parte del proceso educativo  existe una ruptura que hace que no lleguemos a la identidad prometida, y esto debe integrarse en la discusión filosófica, epistemológica, teórica, investigativa, que implica la educación y el ejercicio profesional.

miércoles, 1 de junio de 2016

CONVIVIR Y CUIDAR

¿Por qué el cuidado  sigue siendo un asunto importante y tan difícil ? ¿En qué reside la dificultad para  cuidarnos,   y habitar juntos?  Con estas preguntas como introducción me atrevo a construir algunas palabras sobre la relación entre convivencia y cuidado.
La convivencia entendida ante todo, como compartir, tomar parte en la vida ajena y hacer partícipe de la propia al otro,  involucra al cuidado como forma de hacer posible algo, y  de facilitar ser. Sin duda ,  para ello se necesita  estar bien con uno mismo, y acompañarse de tolerancia y  respeto hacia el otro.
La simbiosis de la convivencia y cuidado representa una de las mayores dificultades para el ser humano, porque éste suele vivir en un "equilibrio inestable"(M Rogers); percibiéndose con claridad el hecho real de buscar soluciones y alternativas para hacer posible y agradable el con-vivir.  Dentro de ese equilibrio-desequilibrio que también se vive por las dificultades del contexto sólo una poderosa ética del cuidado nos permitirá evitar o solventar profundas crisis y convulsiones sociales. En todo caso,  nos iría mejor si fuésemos capaces de cuidar más, es decir:  asistir, guardar y conservar. Y como advertía, todo esto comienza por uno mismo, entendiendo que debemos seguir una relación justa  con nuestros compañeros/as de viaje y semejantes, recordando que la humanidad está biológicamente predispuesta al cuidado, y así , el cuidar constituye una estrategia evolutiva que permite nuestra supervivencia y extensión,  y constituye  un  gozo sencillo y natural.  
Es cierto que  hoy tenemos un  modo idiota de convivir (me atrevo a denominarlo así)  en todos los espacios de la vida cotidiana; espacios  que los hemos convertido en una forma tan dura y violenta y ese modo que nos niega el placer del cuidado y nos priva  de la felicidad de cuidar
Para transformar dicho modismo, el cuidado es una estrategia oportuna y necesaria, y una fórmula eficaz y pacífica para la emancipación. Ignorar esto es  reducir nuestra capacidad de desarrollo personal.  Igualmente, como profesionales del cuidado que somos , debemos comprender la necesidad de  trascender del cuidado natural (el espontáneo) al cuidado ético, o sea aquel que necesita de reflexión moral, de razón, de juicio de valor, de cultivo de conocimiento, capacidades y actitudes como la empatía, la compasión, el altruismo , la vocación,  la negociación, el cual se  comporta como un fenómeno relacional de ida y vuelta; para ello debemos comprender que necesitamos , buscar, demandar  y construir circunstancias, condiciones , ideas, valores, espacios, instituciones , organizaciones y estructuras democráticas donde se den relaciones simétricas y sea  así posible el cuidar. Si impera la crueldad, la violencia, la competencia, la entropía,  la posesión, la dominación, el abuso, la injusticia, la ignorancia,  es muy difícil ofrecer un cuidado ético y sincero, y no me atraevería a señalar, pero pienso que en esos espacios NO hay cuidado.
Una sana relación de convivencia y cuidado necesita por tanto de diálogo: el reconocimiento del interlocutor, su posición, sus demandas, que se lleve a cabo en un proceso dialógico  abierto, transparente, sin prevenciones. De práctica: reconocer y valorar la tradición del cuidado, aprender haciendo, donde apreciemos las experiencias, vivencias, iniciativas , conocimiento y gestos positivos del cuidado de los otros . De proyección y propuestas, donde se vea que los beneficios son recíprocos y por tanto es posible la resolución de conflictos que en todas las circunstancias se presentan. De interdependencia social, comprendiendo que es justo reconocer la sabiduría de todos, que es necesario  desarrollar el pensamiento crítico, aceptando que podemos equivocarnos, y que tenemos derecho y necesidad de cuestionar las ideas propias y ajenas, y que no hay seguridad absoluta.  

Como cuidadores debemos afianzar objetivos coeducativos que  nos lleven a:  promover la ética del cuidado entre nuestros pares, enunciar y ensalzar las propias relaciones de cuidado, descubrir los motivos que nos impulsan a cuidar, mirar las distintas perspectivas de cuidado, trascender del cuidado natural al cuidado ético, promoviendo así nuestra autoestima, autoformación, responsabilidad y autorregulación.

domingo, 1 de mayo de 2016

DESIDERATA POR UN TRABAJO DIGNO PARA LA PROFESION

Mi trabajo aquí no es convencer, es solo escribir y publicar. Cero culpas

En este mes se conmemora el  día del trabajo y el día internacional de la enfermera-DIE, reciban  los mejores deseos para que la profesión encuentre la dignidad y reconocimiento por su trabajo.
Bajo el  enfoque de trabajo digno  y de desarrollo humano, se proponen algunas  ideas, que a manera de un pliego de deseos,  buscan orientar aspectos del trabajo digno, concibiéndolo aquí, como  un espacio de oportunidades para la realización humana y profesional , y una vida con sentido.

El deseo porque el trabaje logre su “ALCANCE” de dignidad: Que se logre el   compromiso de  integrar los objetivos estratégicos de las instituciones con los proyectos de vida de los profesionales,  comprometiéndose a construir y mantener mejores condiciones sociales y económicas que favorezcan el ámbito de desarrollo profesional, mejorando el nivel de vida y el de su familia, elevando los niveles de satisfacción, eficacia, eficiencia, efectividad e identificación con el servicio que los profesionales de enfermería ofrecen a la comunidad. (Muchas cosas de estas , las pueden hacer los profesionales que ocupan puestos de dirección)

Que los valores y principios de la profesión sean preservados: Porque entendamos que los valores y principios de la enfermería  no se negocian, y que los empleadores comprendan que no deben transgredirlos.(Vaya utopía, pero adelante)

Porque la Dignidad sea real: : La dignidad humana es uno de los pisos axiológicos de los derechos fundamentales, y el trabajo es uno de ellos. El deseo para que con el trabajo  alcancemos: la satisfacción, promoción, proyección y respeto  de las necesidades de los profesionales de enfermería: subsistencia, ocio, participación, entendimiento, protección, libertad, creatividad, identidad, afecto. La carencia de cualquiera de ellas conduce al desmoronamiento de la dignidad humana.

Por un trabajo decente :  que alcancemos el compromiso con los empleadores, colegas, gobierno, organizaciones , para  generar,  mejorar y mantener formas y puestos de trabajo decentes ,  contratos, jornadas, competencias, remuneración, y diálogo social;  garantizando  condiciones económicas, sociales, técnicas  y profesionales para el desempeño del trabajo encomendado;  y  mecanismos de protección laboral, seguridad social, salud ocupacional, bienestar,  pensional, régimen de incentivos y otros. 
Que comprendamos  que enfermería es una profesión de carácter misional, y por tanto no puede ser contratada por otra forma que no sea la laboral, en cualquier ámbito, principalmente en la asistencia y docencia;  que los salarios sean justos, esto es : El DANE en Colombia considera que la canasta básica de un profesional está en el orden de los 800 dólares, y  en esta canasta  no se incluye todo lo necesario para educación y actualización,  la cual doblaría su precio. Por tanto, las  convocatorias,  ofertas, negociaciones no pueden estar por debajo de este índice, ajustado con el gasto proporcional de educación.  Se espera que con buenos salarios, se logre disminuir la doble-triple jornada y así se garantice, aún más,  la calidad del cuidado. Un deseo:  que se comience a hacer conciencia en la formación.
Que se cumplan  los elementos del trabajo digno: Que nos comprometamos a orientar nuestras acciones, bien sea como directivas, líderes, gerentes, enfermeras de servicio y docentes ,  teniendo en cuenta los elementos del trabajo digno, muchos de ellos forman parte del trabajo decente así: Accesibilidad y formas de enganche democráticas; igualdad de oportunidades; sistemas de contratación equitativos, remuneración vital y móvil, estabilidad ;  primacía del contrato realidad;; garantía a la seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el descanso necesario; protección a la maternidad; condiciones de género y carga laboral;  no discriminación por otras condiciones, prevención del acoso laboral, proyecto de carrera profesional en cumplimiento de sus competencias legales.  

Que el trabajo sea un proyecto de vida :  Pero que no nos sembremos en el, también tenemos derecho al buen retiro, y las nuevas generaciones tienen derecho a su oportunidad. En todo caso, que nos comprometamos a experimentar un proyecto de vida laboral auténtico: con relaciones de trabajo satisfactorias y con sentido, superando los conflictos y contradicciones a que dé lugar, desarrollando nuestras posibilidades., nuestras capacidades de sujetos auto regulados , autónomos, creativos, éticos, profesionales en nuestro quehacer,  hacia la autorrealización  y la identidad, la pertenencia de nuestra labor, la convicción , la cultura de servicio, la vocación,  sostenible y con  reconocimiento de los  logros particulares, y del  cuidado como aporte social a la humanidad  .

Que se desarrolle en espacios de participación y solidaridad:    Nuestro compromiso buscará integrar el “orden profesional”  en las políticas que direccione la enfermera, en los espacios de enfermería, en las dinámicas de trabajo, en los procesos, y que todo deje ver la presencia de los  mecanismos de participación ciudadana y los principios democráticos.

El compromiso de “hacer parte”, implica responsabilidades de promover y propiciar conocimiento sistemático, cumplir con el marco de valores de la profesión, construir y fortalecer el colegaje, caminar en con-junto desarrollando  sol-i-dar-i-dad, en esta misión común: nuestra dignidad.

Que sea un escenario de desarrollo profesional: La carrera profesional forma parte del conjunto de experiencias, aspiraciones y capacidades relacionadas con la perspectiva  personal y profesional y por tanto es flexible y forma parte del proyecto de vida de todo profesional. Como proceso en continua construcción debe dirigirse a  cubrir el principio y fin de la vida profesional:  formación, nivel de entrada a la profesión: selección, retención, delegación, ,  identificación de las preferencias profesionales; consolidación de metas durante el trabajo; retiro y actividades  después de este.  

Para concluir dejo en esta desiderata, algunas preguntas orientadoras para su reflexión: La del CIE: “¿Y conmigo que pasa?” ;  ¿Qué quiero hacer y cómo debo proyectar  mi vida personal , mi carrera  profesional y  el proyecto de vida laboral en esta organización donde laboro?;  ¿Cómo puedo y pueden las organizaciones de enfermería incidir en la visibilización y encontrar salida la problemática laboral? Mi respuesta breve: con conocimiento, organización, disciplina, motivación y acción continua y conjunta: voluntad política que llaman.  Buenos vientos

viernes, 1 de abril de 2016

CUIDADO PARA UNA VIDA SUSTENTABLE

Una reflexión desde la ética  y  el  cuidado de los seres humanos

¿Es posible el cambio de paradigma de menos consumo y más cuidado para una vida digna y sustentable? ¿Cómo se puede garantizar el buen sentido de ese cambio?

Muchos interrogantes surgen frente al colapso civilizatorio devorado por una cultura consumista cuya huella es cada vez más destructora: de las personas, de la salud, de la vida, de los seres vivos. Precisa que nos aventuremos a encontrar  salida a estas desesperanzas.

Desde la ética considerada , aquí , como un proyecto civilizatorio , un programa (de valores, principios, comportamientos) con el cual nos insertamos dentro de ese proyecto, y en conjunción con la  práctica humano-social del cuidado, en el sentido,  que WALTER BENJAMIN dió a estas prácticas en su libro el “Narrador”,  “que “unen  la razón, la  mano, el gesto, la voz y la palabra, la voluntad y el interés para intervenir la realidad  ” de ese proyecto civilizatorio;  y teniendo en cuenta que los seres humanos somos parte de los seres vivos, abiertos, inacabados, perfectibles, es posible encontrar  el  giro del paradigma interrogado, solo con el fin de que logremos el mundo  que nos gustaría vivir: un mundo humano, “más que humano”.

Evitar el colapso de la civilización humana requiere entonces de una transformación absoluta de los patrones culturales, constituyendo el cuidado:  un sello de garantía  para una vida digna, que se sustenta así mismo, lo cual pasa por unas sociedades más cohesionadas, donde las  relaciones humanas y económicas estén basadas en la cultura de la comunidad como gestora de los bienes comunes. En ese escenario, el cuidado y los profesionales del mismo, juegan un  papel ético y político fundamental en la sustentabilidad .

Tarea nada fácil en una sociedad como la nuestra tejida en medio de bienes y bienes interminables, de publicidad que nos lleva a confundir necesidades con deseos, donde la salud se ha convertido en algo comercializable, y donde la entropía nos deja apego, insatisfacción, violencia, desasosiego  y adicción, profundizando cada vez más la pobreza e inequidad de los seres humanos.
Llegados a esta encrucijada, en la que el aire de nuestras ciudades se hace irrespirable, el cambio climático hace estragos en nuestra salud, en los alimentos y nuestras vidas, y donde la explotación de personas y recursos no conoce límites, donde el trabajo es inaccesible sin resquicio a vidas dignas y sostenibles, (aquí si sostenible porque depende en gran parte de factores externos) parece inevitable responder con un “caminante, no hay camino… se hace camino al andar”.

Es decir, comenzar a transitar una senda aún por definir, pero claramente en una dirección distinta a la tomada hasta ahora, y que reoriente las instituciones claves que modelan la cultura señaladas, en especial la educación, las empresas, los gobiernos, los medios de comunicación, los modelos de salud, así como los comportamientos humanos consolidados bajo parámetros consumistas ajenos a nuestros orígenes y tradiciones; para ello tendrá que fortalecerse las organizaciones, las comunidades, los colectivos que permitan pensar que otro mundo es posible a fin de paliar inequidades.

Esto nos lleva a buscar también , y desde nuestro propio quehacer, el sello de garantía de unas vidas más sostenibles con propuestas sólidas como las que nos plantea el desarrollo a escala humana, que considera  debe revaluarse el concepto de necesidades humanas, entendiendo que se requiere ser cautelosos con lo que nos desboca en la sociedad de consumo en que vivimos, comprendiendo  que nuestras necesidades son universales, finitas, no solo de carencia, sino de potencia: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, creación, participación, ocio, identidad, libertad,   y por tanto,  para su satisfacción se requiere de bienes básicos de calidad (no mínimos: porque después de lo mínimo está la nada), y de muchos satisfactores sinérgicos como lo es el cuidado, desde cuya perspectiva dan cuenta de quienes, y que hacemos como humanos por los humanos.   

Corresponde así tener en cuenta estos  enunciados en el día a día, y en lo que sabemos hacer las profesiones, proponiendo aquí, se comience por la aplicación de esos enunciados en el proceso de enfermería. Probar este nuevo enfoque  diseñando el plan de cuidados  con base en las 9 necesidades antes señaladas, sin lugar a duda, requerirá de una mayor capacidad de construcción y movilización de nuestras concepciones, para integrar nuestro conocimiento, los principios del ejercicio profesional , los de la bioética,  logrando resultados más dignos y humanos, facilitando el cambio de paradigma que se señaló al comienzo. En este cambio, el cuidado se acercará más a la gente, y permitirá  que las intervenciones en salud  vayan  más allá del cuerpo.

Igualmente, es hora de organizarnos para  que las políticas públicas se pongan a la altura de una ciudadanía que quiere decidir por si misma y abordar los cambios que permitan la sostenibilidad de la vida. La  dignidad de los seres humanos que se alcance, será el indicador del giro de paradigma que buscamos.

viernes, 4 de marzo de 2016

LA NATURALEZA -EL ENTORNO- COMO SUJETO DE CUIDADO


PAISAJE NARIÑENSE:"DONDE EL VERDE ES DE TODOS LOS COLORES"
“El cuidado de la vida tiene que ver con la creación de un pensamiento terapéutico que ayude a paliar la carencia de sentido de la vida” Dario Botero.

En Colombia , la Ley 266 de 1996 o ley que regula el ejercicio de la profesión de enfermería establece al entorno - entiéndase aquí- la Naturaleza como sujeto de cuidado, exigiendo su pleno respeto y la obligación de cuidarla con principios como la  dialogicidad, integralidad, individualidad, continuidad, calidad y, con  competencia.(art 3o)
En  estas líneas de reflexión - donde se  el ambiente hospitalario que es el que más conozco- el entorno constituye todo un sistema de elementos abióticos, bióticos , organizacionales y socio económicos con que interactuamos en el cuidado.
Al posicionar al entorno no como objeto sino como sujeto de cuidado, en esa aparente, leve diferencia, la Ley 266/96 hace que finalmente  sea reconocido como parte integral de  la vida y salud, le visibiliza confiriéndole vida legal que no le había reconocido la profesión desde que Florance Nightingale lo estableciera como elemento fundamental y base de la enfermería.
El entorno como sujeto de cuidado constituye primero, un nuevo paradigma explicativo (o si se quiere mejor una nueva cosmovisión) del propósito y fin de la profesión y, segundo: visibiliza el carácter del cuidado en la producción y reproducción de vida y salud. Un ejemplo para sustentar esto nos lo dá Nightingale en sus notas sobre enfermería al señalar la primera regla de enfermería: “mantener el aire que respira tan puro como el aire de fuera, sin que el paciente se resfríe”, en el mejor entendido de hoy ,  que este aire ,metafóricamente hablando, sintetiza un ambiente que debe valer la pena respirarse ,porque se ha cuidado previamente todas las dimensiones ambientales.
Desde otro ángulo, situar como sujeto de cuidado al entorno, significa valorar la concepción de alteridad en él. Es decir, reconocer que es “un otro”, y como tal tiene su sabiduría, organización,  cultura, un comportamiento, otra forma de pensar, sentir, ser, y por tanto debe ser respetado y cuidado.
Su cuidado implica responsabilidades profesionales, y deberes éticos.
Al respecto,  Nightingale hacía el llamado a la inteligencia y participación de enfermería sobre lo básico de un entorno sano: la necesidad de ventilación, calefacción, manejo del ruido, de los olores, de los residuos y excretas, la luz, la limpieza, etc, etc. Tendríamos que hacer, por tanto, una objeción a la profesión hoy : ¿Cuál es nuestra participación en el diseño, planificación y organización de la estructura, infraestructura de los espacios para el cuidado? ¿Por qué permitimos el hacinamiento en espacios como urgencias, unidades, consultorios, pasillos etc? ¿Documentamos los trastornos de visión, sueño, ruido, en situaciones donde solo existe luz artificial, sótanos, etc , etc? ¿Cumplimos con reportar las condiciones para el cuidado que nos exige la Ley 911 de 2004?¿Integramos en toda la formación del profesional la enseñanza del medio ambiente?
Así visto , el entorno hospitalario, el hábitat de las personas, los lugares de la comunidad: escuela, parques, ríos, montañas, fauna,  y toda la gama de naturaleza, que constituye sujeto de cuidado,   no puede continuar percibiéndose como un telón de fondo donde no aparecen los seres humanos;  donde el entorno es considerado un objeto que utilizamos para nuestro provecho; debemos hacer conciencia que como sujeto  merece todo nuestro respeto, obligación y compromiso , exigiéndonos que olvidemos la forma insular de cuidar solo a las personas y, para lo cual  debemos integrar en nuestros procesos y planes de cuidados al ambiente como un sujeto con espacio propio.
La profesión también cuenta hoy con teoristas que de verdad aportan a esta mirada de cuidado y de nuevos sujetos; está por ejemplo Martha Rogers y la teoría del cuidado de los seres humanos unitarios, una propuesta de reconstrucción mental y social que plantea valores y principios capaces de reconducir a un mundo que ha perdido la cordura hacia caminos de vida  y salud, especialmente para quienes más sufren los efectos de un mundo desigual.  
La concepción del entorno como sujeto de cuidado debe llevarnos al re-encantamiento del cuidado de enfermería, tan necesario hoy en la profesión y la sociedad.

domingo, 14 de febrero de 2016

"LEY 266 DE 1996 COMO TIEMPO DE LA ESPERANZA PARA UNA PROFESIÓN “


Sentir  que … 
que veinte años no es nada…
.” C.Gardel

A los 20 años de expedición de la Ley que regula el ejercicio de la profesión de Enfermería en Colombia, muchas son las preguntas sobre su contenido. Sin embargo me llamó la atención la entrevista de una estudiante de otra profesión , por interesarse en los asuntos de enfermería. Transcribo tres preguntas y respuestas, dada la brevedad de este espacio .
Marcela, la entrevistadora, es autora del título de este tema , y  se refiere a que toda norma tiene un tiempo de aprendizaje, maduración y comprensión.

1.-“¿Le he escuchado decir que a Ley 266 es una herencia sin testamento, a que se refiere?”  A que este proyecto de vida de la enfermería –estuvo precedido por luchas hacia la reivindicación de la profesión – hoy es un hito, porque  inaugura un mundo nuevo y seguro para el ejercicio de la enfermería; siendo respetuoso de su naturaleza , su objeto el cuidado, reconociendo  la historicidad de la profesión, la búsqueda de la calidad de cuidado, la eficiencia y la aspiración de mostrar la  humanidad de la profesión . Es interesante este legado porque su  espíritu ha movilizado energías políticas, reconociendo la Ley como carta de navegación, como forma de resolución de los problemas del cuidado y la profesión, y como proyecto de vida profesional ante los desafíos sociales presentes y futuros que demandan cuidados de la vida y salud.
La Ley como tiempo de esperanza, nos vuelve optimistas frente a un legado que se va concretando y constituyendo en una herencia  afortunada, pero “una herencia sin testamento” según el aforismo del  poeta Rene Char, en el sentido que exige, más allá de su conservación, una iniciativa nueva para posicionar en la sociedad el cuidado de enfermería y los profesionales de este campo,, constituyendo una norma , no en el sentido estático de la misma , - como algunos opositores la quieren presentar -, sino una estrellita  que nos relaciona  con sus fines , situando lo que la sociedad espera de nosotros y proyectando nuestro ejercicio sirviendo así de inspiración para cumplir nuestra misión. 
Una ´nota que es gratificante y recrea este tipo de herencia: una colega que dirige una estructura de enfermería en Bogotá , me dice “no puedo dirigir sin consultar la ley, esa es mi brújula ”. Metafóricamente reconocí esto en una foto que envió desprevenidamente:  la Ley en su escritorio y acompañándola en su bolsillo. 

2,-“¿Leo en la Ley  la definición de enfermería como profesión liberal y disciplina social, para qué?
La autonomía, la especificidad y la identidad, han sido temas recurrentes en la profesión. Señalo esto sin profundizar sobre el origen y el porqué de esta obsesión, sino  porque considero que  positivamente esto ayudó a que el legislador comprendiera el ¿para que la autonomía profesional? y otorgara la liberalidad,  y el carácter social a la Enfermería, facilitando así la construcción de su fisonomía y perfil profesional.  
El consenso que adquieren esas  categorías en la Ley es tal, que se vinculan estrechamente en esa definición y se relacionan con  la esencia misma de la naturaleza de la profesión, su objeto , su  fin social:  el cuidado de la vida y salud. Voy a señalar solo dos aspectos, que  muestran la forma como se hacen reales, visibles, prospectivos y dignos de seguir dentro de la ley la autonomía, la identidad y la especificidad.   (hay otros como los organismos rectores, la función del Registro etc, que dejaremos para otras preguntas) 
Estos aspectos son: Uno el campo de las competencias, otro la búsqueda de condiciones de trabajo.
En el primero: el legislador recogiendo el principio de autorregulación profesional, propuso que para empoderar  la profesión y reconocerle autonomía, debía darle poder en el campo de su especificiadad: el cuidado, Y esa autonomía nos la reconoció principalmente en el campo de las competencias, el ámbito de ejercicio, y  hoy aprehender esa autonomía  nos desconcierta, todo un reto.  
Por otra parte, la historicidad de las profesionales ya había demostrado las transformaciones y efectividad de los cuidados  en el campo social y de la salud.  El artículo 17 de la ley 266, plasmó toda esa capacidad  en 6 competencias donde la idoneidad se demuestra cuando dirige, planea, traza políticas de cuidado, aplica modelos teóricos sobre el cuidado  y la enfermería, prioriza grupos y sujetos de cuidado, desarrolla APS, trabaja con equipos y comunidades, es decir se reconoció lo que enfermería sabe hacer.
En este sentido, la autonomía de la profesión, se presenta como una dimensión relevante que quiebra la mirada positivista y tecnocrática de un sistema de salud que nos adscribe otros roles y quisiera vernos en el desarrollo puramente instrumental: listas de chequeo, control de costos, menos cuidar y,  para que ejerzamos el rol de ejecutoras terminales de las políticas de salud, no demostrando nuestra capacidad y concepción frente al deber y responsabilidad social del cuidado de sujetos y colectivos.
Para reafirmar la pertinencia de las competencias propongo un ejercicio simple: respondamos preguntas como  ¿Qué ha cambiado  en la sociedad y el mundo en estas dos  décadas? ¿Qué ha cambiado  y que cambiará en salud y el cuidado? Ahora revisemos estas respuestas con las competencias de la Ley y veamos si podemos abordar estos cambios presentes y futuros , y eso  nos dará el nivel de pertinencia de las mismas, el grado de autonomía, y sin duda alguna, no tendremos que seguir divagando en que hay que flexibilizarlas, abrirnos , cambiarlas,  etc, etc.

3.- “¿y el campo de las condiciones de trabajo que?”
El CONSEJO TÉCNICO NACIONAL DE ENFERMERÍA máximo organismo de dirección, consulta y asesoría con relación a las políticas de desarrollo y ejercicio de la enfermería en Colombia, suscribió con el gobierno nacional ,en el año 2010, una declaración al respecto.
Es hora de refrescar la memoria para que este acuerdo de voluntades sea cumplido, para lo cual debemos  sumar conocimientos, voluntades , organización y alianzas , proponiendo mejoras salariales centradas en una remuneración profesional digna y móvil, ejecutar acciones legales para que cumplan con la prohibición que tienen los empleadores – entre otros las entidades de gobierno- de no contratar por otras vías que no sean las laborales a las profesiones de carácter misional, vencer los miedos y demandar el contrato realidad por cada uno de los profesionales de enfermería. ¿Se imagina la congestión judicial?   Para todo eso se necesita conciencia social, gremial y profesional, y eso comienza con los formadores de los profesionales de enfermería. 
Larga vida a la Ley 266 de 1996.