Hace poco, en el contexto de una conversación sobre
ejercicio profesional, alguien preguntaba y
razonaba sobre la aplicación de
los principios así: “veo que en las condiciones del contexto actual, cada vez
es más difícil la aplicación de los principios del ejercicio profesional, hay
situaciones que no me permiten interactuar con mi paciente, o en
la comunidad cumplir con mis competencias, porque la carga de trabajo
relacionada con otras cosas que no son el cuidado es absorbente, entonces ¿Qué
sentido tiene tenerlos como norma? ¿No
se quedarían estos en el discurso por falta de aplicación?
Reconociendo que hoy se viven en las profesiones demasiados motivos de desaliento, es preciso advertir que las profesiones no pueden renunciar a la aplicación de sus principios, aún bajo la excusa de la dificultad de aplicarlos.
No se trata aquí de dilucidar con amplitud sobre si es utópica la aplicación de los principios, se prefiere ,mejor, insistir en la necesidad de encontrar alternativas que posibiliten su aplicación.
Es preciso también entender que las restricciones de la aplicación no relativizan la validez de los principios, ni puede llevarnos a maximizar nuestro propio interés y dejar al antojo un ejercicio ético y responsable.
Funciones de los principios : La importancia de los principios en el ejercicio profesional se deriva de las funciones de estos: intelectuales, intra e interpersonales. Así constituyen una herramienta práctica para la toma de decisiones, facilitando el juicio particular y transmitiendo probabilidades para que los resultados que se desean se alcancen.
Los principios nos guían hacia una decisión o hacia juicios correctos en un caso particular, ayudándonos a comprobar nuestro juicio y a controlar los factores personales que podrían descarriarnos. Al respecto, es común observar, que una infracción al deber objetivo de cuidado, siempre va acompañada de la falta de aplicación de los principios profesionales.
Una recomendación general muy práctica para la planeación del cuidado y su desarrollo, y por ende la toma de decisiones, es revisarlas siempre bajo la luz de los principios, toda vez que son un referentes del actuar; de este modo cuantos problemas de responsabilidad deontológica nos evitaríamos
Por otra parte, un profesional que actúa con base a principios, es un profesional de confianza, pese a las cuestiones que se presenten en la interacción social. Estos nos permiten que podamos definir nuestra identidad y dar visibilidad a nuestras acciones, porque estas pueden ser fácilmente identificadas con el imaginario que la sociedad espera del servicio de los profesionales. En este sentido, actuar con principios es una cuestión práctica. Aún, en algunos contextos del mercado del trabajo, una persona con principios tiene más valor agregado y sus acciones se valorizan más, que aquella que se maneja al vaivén de los contextos.
Principios: fuente de armonía: Dentro de las profesiones con los principios se teje urdimbre, se trabaja colegajes, solidaridades, se realiza proyectos de vida laboral. ¿podría entonces, desconocerse el sentido de los principios profesionales?
Como se señaló al comienzo, no cabe duda que vivimos una gran problemática profesional, y pareciera que nos resignamos, con escepticismo y pesimismo, pero tenemos a la mano herramientas que nos visibilizan y facilitan el cumplimiento de nuestra misión. Sin embargo , también es preciso tener en cuenta que, preservar un actuar con principios es colocarse en evidencia. Con ellos la sociedad nos toma en cuenta y nos toma cuentas sobre nuestro quehacer, repercutiendo en el imaginario profesional social. A eso nos exponemos, pero es sin duda un gran y buen reto.
Todo esto explica porque es tan racional tratar de resolver la problemática de las profesiones, e incluso evitarla, con base en principios. No cabe resignarse a que todo siga siendo como parece que es. Pequeños cambios pueden ser impactantes.