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Enfemera de la Universidad del Rosario de Bogotá-Colombia-Abogada de la Universidad Nacional de Colombia. Con formación postgradual en Gerencia de la Salud Pública,Instituciones Jurídico Laborales , Políticas Sociales con Enfasis en Salud y Docencia. He sido profesora de Etica y Bioética, FORMACION POLITICA en universidades como: Fundación Universitaria del Area Andina en Bogotá-Colombia; y me desempeñè como Enfermera HUS de Bogotá ; Conferencista en las áreas de Responsabilidad profesional, políticas de Salud y enfermería, Etica y Bioética, Derechos fundamentales, en especial derechos de los niños y niñas. Expresidenta del Consejo Técnico Nacional de Enfermería CTNE -período 2008-2010. Fui hasta el año 2015 miembro de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia ANEC.

viernes, 2 de octubre de 2015

DIALOGICIDAD: INSPIRACION PARA TIEMPOS DIFICILES

En tiempos inciertos y de decisiones difíciles por los que a veces pasa  el “cuidado de la vida y la salud”, el principio de dialogicidad, que orienta el ejercicio de profesiones como Enfermería, resulta muy práctico e inspirador.

El punto de partida para esta reflexión es preguntar si ¿ los profesionales que deben direccionar, mediar y brindar el cuidado de la salud, establecen de verdad un dialogo afectivo y efectivo para que el cuidado  se convierta en una experiencia memorable?, esto es: una experiencia  liberadora, sensible, de comunión-poner en común con-, crítica, creadora, formadora y transformadora de sujetos autónomos, comprometidos con ellos mismos y los otros, constructor de  consciencia de que existimos en una realidad concreta, y que es preciso transformarla.

Aceptar la  dialogicidad  como principio de una  profesión ,cuyo objeto es el cuidado de la vida y salud,  significa reconocer que este principio constituye una postura epistemológica frente al cuidado. Sin dialogicidad – diálogo efectivo y afectivo- no podríamos hablar de que existe cuidado, que se ha cuidado,  que cuidamos. Acorde a lo señalado por  Paulo Freire: “el diálogo implica un encuentro de los seres humanos para la transformación del mundo, por lo que se convierte en una exigencia existencial”.  En esa perspectiva,   el cuidado, al igual que el diálogo -afectivo y efectivo-   deben ser una exigencia para preservar la existencia de la vida; el uno implica al otro, convirtiéndose los dos en inspiración de cada uno.
En medio de esto, reconozco la dificultad que tiene el ejercicio de las profesiones como la Enfermería, en un contexto donde la salud se ha convertido en un bien comercializable,  y por tanto parece que no hay espacio ni tiempo para el diálogo.
Sin embargo, desde la perspectiva transformadora, es posible romper el  miedo y la sombra del contexto, y el poder de dominio, construyendo y desarrollando  procesos creativos como la  dialogicidad.

La creatividad de este principio nos lleva a repensarnos y  reconfigurar la profesión, lo cual comienza por el deber de indagarnos y pensar sobre ¿Cómo cuidamos?¿Cómo nos pensamos? ¿Cómo siente el otro que lo cuido? ¿Como me piensa el sujeto de cuidado?  Ese encuentro con nosotros mismos y con los otros,  nos llevará a comprender quienes somos, que hacemos, y  por ende tendrá esto resultados concretos para la profesión: el logro de  alianzas,  respaldos, confianzas,  en búsqueda del reconocimiento social tan anhelado.
Por otra parte, es necesario y muy posible construir ambientes dialógicos para el cuidado, y esto debe formar parte de nuestros compromisos como profesionales, en cualquier posición y ámbito de ejercicio en que nos encontremos. Con su divergencia y convergencia, el diálogo efectivo- no la escucha estéril, sino la palabra acompañada de acción-  tiene una plataforma ética de fondo: fomenta valores,  desarrolla la proactividad, reciprocidad, flexibilidad, respeto mutuo, re-significando así la fuerza de la palabra y de la acción de Enfermería y el cuidado , mostrando la  esencia del  modelo de cuidado dialógico- como debe ser el cuidado de enfermería- , el conocimiento y competencia de los profesionales. Si esto no es ganancia, ¿que será ganar?

Para lograr esto, los y  las profesionales de enfermería debemos adquirir y cultivar  una serie de actitudes como:  Actitud abierta, todas las ideas son bienvenidas,  el diálogo es de saberes,  y solamente el juicio de valor se presenta cuando debe buscarse la solución  o medida más adecuada a lo que se pretende alcanzar. Actitud interpretativa : A propósito de la empatía,  el filósofo Estanislao Zuleta proponía con una buena crítica a la  frase que utilizamos  frecuentemente “ponerse en los zapatos de otro”, y señalaba en su ensayo “Elogio a la dificultad” que en la interpretación de los errores, posturas , problemas que se nos presentan con otros, no siempre existe una reciprocidad lógica, esto es: yo explico mi posición desde el circunstancialismo: “esa situación  me llevó a aquello, es el sistema el que no me permite, no pude evitar que eso pasara ”, y al otro-otra,  lo interpreto desde el esencialismo: ” está cosechando lo que sembró,  siempre es así, se sabía que le pasaría”.  En esa mezcla de métodos, muchas veces irrespetamos al otro, lo desdeñamos. Zuleta propone:: examinar la misma situación con cada una de estas metodologías, a fin de que el examen sea recíproco y poder dialogar.  Actitud investigativa : Estimulando mutuamente la indagación, importantísima para tomar decisiones, formar criterios, y seguir con el proceso creativo del cuidado. Actitud cuidadora: si diálogo y cuidado son semejantes, parece redundante,   pero simplemente  se trata de que en el cuidado se deje ver nuestra inteligencia, bondad, conocimiento, concepción, y siendo indispensable  todos pasemos bien , que estemos a gusto , que se respeten las reglas de juego, que la responsabilidad y el compromiso estén a flor de piel. Es aquí , donde más  tiene lugar el conocimiento y la formación.

En el conflicto y el post-conflicto: La dialogicidad es básica para transformar  situaciones que necesitan cambios e innovaciones en aspectos  que se ponen y pondrán a prueba en esos momentos, como lo es el cuidado de la vida y la salud; Por tanto , es necesario formar y cultivar una actitud constante de apertura mental, capacidad de visualizar posibilidades de superación del caos, de consensos y  disensos activos, hacia la búsqueda de la paz y la convivencia en todos los espacios que la vida nos depara.